Una reflexión sobre la "cultura" pop
Cabe a lugar cuestionarse las diferencias entre Kurt Cobain y Justin Biever. Esto viene a cuento de que el mencionado imberbe pop se autoproclamó textualmente como “el Kurt Cobain de mi (su) (de)generación”.
Las distancias artísticas y musicales no están en discución, directamente hablamos de música por un lugar y de comercio, negocio y productos de consumo masivo por el otro.
Pero desde un punto de vista ontológico las diferencias, tan ostensibles artísticamente, se matizan. Cobain predicó durante los pocos años de fama que tuvo en vida, una cultura de antihéroe en contra del sistema que asumía sus veleidades, debilidades y pasiones. A pesar de tratarse de una imagen icónica mundialmente su comportamiento numerosas veces se alineó dentro del de un misógino alterado por su repercusión constante. Biever sin embargo ha buscado constantemente la fama que en este momento tiene, se regodea en ella y la reproduce con la demogogia de todo artista pop contemporaneo.
Es entonces llamativo ver cómo ambos iconos llegan, por diferentes caminos, a un mismo resultado: la fama, la adoración, ser imagen para muchos.
Va incluso más lejos que la vieja fórmulita "los jóvenes necesitan referentes" o "captan gente sin identidad propia".
Hablan de un sistema estratificado de forma tal que, pasando por encima de predicas, voluntades y actitudes, no hace sino consumir, reproducir y televizar cualquier cosa que sea vendible. Este tipo de actitudes ya se advierten hace años con la situación generada por el-ícono-llamado-Ché-Guevara (con guíones porque todo es un sólo nombre propio, una cosa fue el Ché Guevara y otra muy distinta es su ícono)
Guevara fue un tipo que peleó contra un sistema que lo derrotó y comenzó a fabricar cuerditas para celular, bombachas y yogurths con su carita estampada en ellos. El sistema no sólo lo derrotó, sino que además se lo comió y lo reprodujo reduciéndolo a otra forma de Britney Spears, Justin Biever o cualquier otro tarado que ande por ahí sin entender mucho de qué está formando parte.
La mejor forma de que la predica que Cobain sostuvo durante su breve estadía en el Hall Of Fame de la música sea una predica vacía, absurda y sin interés para quien le escuche, era convertir a un tipo antisistema en un eslabón más del mismo sistema que pretendía cambiar. Evidentemente no se puede por esto comparar a Cobain con Guevara (traído acá por poner un ejemplo, apenas), puesto que son personajes que apenas tienen en común que en el año 1967 murió uno y nació el otro, pero sí podemos ontologizar nuevamente esas imágenes y comprender una tecnica frecuente con la que el organismo social se defiende de lo que lo ataca, tecnica que consiste sin más en fagocitar al enemigo.
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