las maldiciones no existen
cuántos cuadros producidos en serie van por el mundo, de desván en desván sin más destino que ser encontrados por nuevos inquilinos que, asustados por considerar a una de las obras como maldita, no encuentran mejor idea que buscarle un sitio fuera de la casa... mudarte y toparte con arañas que hace quién sabe cuánto tiempo no veían humanos, rociar una lagartija con un resto de queroseno durmiendo en el fondo de una damajuana... cuando te mudás todo es nuevo, y lo primero que entendés es que los olores del lugar son otros.
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