Googleá Katmandú
SOPLLO |
Una segunda versión del experimento ofrecía a los participantes tres opciones:
1. Donar una cantidad voluntaria a una niña famélica de la que se enseñaba una foto.
2. Donar una cantidad voluntaria para «miles» de niños famélicos.
3. Donar una cantidad voluntaria para la niña de la foto, tras ser informados de la existencia de «miles» de niños famélicos como ella.
En el primer caso se donaron 2,25 $ de media. En el segundo, 1,15 $. En el tercero, 1,40.
Por otra parte, está claro que así como tenemos el fumador social o al fumador pasivo, también tenemos al donador social, un tipo que sólo dona para contarle al mundo que lo hizo; o algo donador pasivo, que es aquel que no tiene dinero pero se suma con su mejor sentimiento a las donaciones de alguien más (pensemos en un niño, quien dona dinero que no le pertenece). Del mismo modo, y como toda abundancia pasa rapidamente a ser exceso, tenemos al donatómano, un tipo cuya nicotina es darle al resto, y dar sin terminar de entender bien porqué. Dar "porque está bien dar". Dar con la mano caliente para recibir con la mano fría, como me dice una señora millonaria que conozco y que practica una especie de budismo chic. Esa señora es encantadora, tiene la candidez de un niño, dice que su vida cambió cuando viajó a "Katmandú, India". No se los voy a decir yo, gogleén Katmandú.
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