La dialéctica del enemigo
Sumergidos en la dialéctica del enemigo. El otro odia, yo lo acuso, yo no odio. Y el otro me acusa, dice que yo odio, que él no odia. Reverbera como una disonancia cognitiva, un gap entre lo que somos y lo hacemos. Pongamos que es una patología social, como esa que acusan unos u otros cuando dicen "el gasto del estado es síntoma" de tal cosa, o ese "pensamiento facistoide es una enfermedad que tenemos". Concebir la sociedad como un cuerpo, sometido a infecciones (curables mediante cuarentena, intervenciones medicamentosas o extirpación) y pulsiones instintivas, se llama BIOPOLÍTICA, y es una forma de pensar, no una verdad instalada sino un orden del discurso. Hablamos de la narrativa del silencio, porque la sociedad es, básicamente, un colección de ausencias de sonido en la que uno escucha lo que elige o quiere. Uno escuchan "marcha multitudinaria" y otros escuchan "manifestación aislada", enterrada en la disonancia cognitiva la comunicación es ruido, que casi es lo mismo que el silencio, la nada misma, algo que parte pero no llega, todos lo interpretan según sus pulsiones.
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