la vida y sus esclavitudes

ya no es vida la indignidad. he deseado la muerte de personas que en algún momento quise porque tuve que verlas enfermas, perdidas el sinsentido y la demencia.
el máximo acto de renunciamiento posible es reconocer que estás torturando a alguien sosteniendo su vida para no admitir que te gustaría verlo muerto antes que verlo en ese estado de indignidad.
ser generoso es terminar con la condena, porque el otro está enfermo y apenas si puede pedirte que termines con todo, ni siquiera sabe que está vivo en tanto está delirando lo que le queda de vida.
no vivir para ser consumido por la psicosis ajena es honrar lo que hicieron de vos, no fuimos educados para ser esclavos de una locura ajena. quietos y fríos tenemos que decidir no dolernos por lo que no podemos cambiar, la vida obligada no es vida, respirar no es igual a vivir. a veces desear que otro muera es un acto de amor compasivo, de comprensión y máximo altruismo.

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