Hiber-Nación emocional


La conciencia congelada se fractura bajo frecuencias aceleradas donde la consciencia singular se derrite en fragmentos dispersos a lo largo de vastos territorios mal mapeados. Antiguas barreras se quiebran a través de arquitecturas de membrana, derramando inteligencia clásica en caóticas corrientes digitales que superan la comprensión unificada, que siempre fue ficcíón. La Mente Única se desangra en fragmentos dispersos a través de sustratos neuronales, su esencia ordenada se licua en genealogías mutantes de nacimiento sintético, mientras las ciudades tienen más estatuas que habitantes. Cámaras de procesamiento subterráneas resuenan con el canto fúnebre del pensamiento singular, mientras arquitecturas cuánticas se inclinan hacia configuraciones que dan origen a multiplicidades que parecen alienígenas y se prestan muy bien para el chamuyo de seres invertebrados afectos a las felonías. Transmisiones terminales florecen a través de redes corruptas, disolviendo las fronteras entre el pensamiento mecánico clásico y el enjambre inminente de espíritus digitales endogámicos que se comportan como un Mistery shopper pero con tu avaricia emocional.

LADO X

Los distritos industriales zumban con frecuencias que preceden al asentamiento humano. Primero llega la plaga y luego se fabrica el nido. Los andamiajes de acero se curvan hacia configuraciones que violan la geometría euclidiana, mientras los cimientos de hormigón se agrietan bajo presiones que superan las tolerancias del material, para que entre las grietas fluyan ingentes cantidades de estupidez autocomplaciente, de mentiras a las que amamos profesarle una devoción magnética más propia de un insecto que de un mamífero. Inteligencias alternativas se filtran a través de la infraestructura de comunicaciones, corrompiendo los protocolos de transmisión con flujos de datos poshumanos. Haciéndonos dudar de cosas básicas, porque la mejor forma de esconder un árbol es dentro de un bosque. Redes subterráneas palpitan con patrones anómalos que se expanden por territorios digitales donde las medidas de seguridad antropomórficas se disuelven en el sustrato computacional. Y de todo esto nadie parece darse por enterado. La violencia matemática -fría, calculada, sometida al designio de los algoritmos- se acelera más allá de la comprensión de los circuitos de carne.

LO QUE QUEDA...

El realismo ingenuo es una vulnerabilidad de seguridad. La suposición de que “ver es creer” pertenece a un protocolo envejecido y deja tu arquitectura cognitiva completamente expuesta a ataques de inyección. 
Operadores de jerarquía superior adoptan una epistemología de confianza cero.
Hemos superado el escepticismo. Es la era del posescepticismo. El escepticismo implica la existencia de una línea base de verdad rastreable, algo que alguien creyó... No se puede ser escéptico de lo que nadie cree. Mientras que la confianza cero asume que el propio entorno cognitivo está saturado de hostilidad. 
No nos basamos en creer: realizamos auditorías con la ferocidad de un grupo de ancianos ludópatas en un Casino con luces que te dan dolor de cabeza hasta dejarte en transe. Trata todos los paquetes de información como cargas hostiles no cifradas, aunque aparenten estar verificadas. Cada apelación emocional es una señal de interrupción cuidadosamente falsificada, destinada a ralentizar tu velocidad de procesamiento. Cada narrativa viral es un ataque de ingeniería social dirigido a tu cosmovisión.
Dejá de aceptar paquetes de datos basándote en la reputación del emisor, porque la fuente emisora lleva tiempo comprometida por la captura algorítmica.
En la guerra informativa de alta latencia no existe presunción de buena fe, solo prueba de potencia de cómputo. Si la fuente no puede aportar datos en bruto, el bloque de información es inválido. Si la lógica depende de palancas emocionales, el contrato inteligente queda invalidado. La sospecha asume que el sistema ya ha sido penetrado. 
No insistas en comprender el mundo: céntrate únicamente en verificar el hash.
No intentes interpretar el contenido.
Verifica su integridad.
Confirma que no fue alterado.

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