J.Cortázar - Un Tal Lucas.
Sublime es una palabra apócrifa si para Cortázar trata.
Un tal lucas actúa como un diario crono-tópico de un personaje al que la palabra ficción le queda muy pequeña.
Desde sus crónicas de la lucha contra la hidra del primer capítulo, hasta la redondes que da circularidad todo el texto y para el remate mortal del final, todo todo, Un tal Lucas no solo te está presentando a Un tal Lucas
Quien piense que con Lucas está conociendo a ese tal Lucas se equivoca feo, porque Un tal Lucas no refiere ni a Lucas (que no sabremos ni sabemos quién es o fue o será) ni estamos conociendo a uno de los 7 a 9 Cortázar`s que podemos encontrar por ahí... Lucas somos nosotros (no, no les estoy contando el final de la película, estoy buceando hermeneúticamente un poco, si se me permite).
Es y será una parte integra del lector que descanse sus párpados en otras cosas para atenderlos aquí.
Hace un compendio de datos estrafalarios propiamente Cortázariano o porqué no propio de JLBorges cualquiera.
Mata la disquisición Luz-Veloz del tiempo y tiene metáforas tan finas que terminamos pensando que ni él las entiende.
Incorruptible e indescifrable, Cortázar pone la piel de pollo.
Lucas nos explica la diferencia entre el ojo y el oído... resumiéndola en que el oído no posee párpados y no puede elegir lo que desea oír.
No dejen de tenerlo en la biblioteca, leerlo es otro tema, pero tengánlo en la biblioteca, el libro llegará hasta las manos de ustedes de manera mágica e inesperada, con solo posarlo en la biblioteca el libro os asaltará un buen día.
Pueden también tenerlo en el Escritorio; les dejo un link para downloadearlo:
http://www.librosgratisweb.com/pdf/cortazar-julio/un-tal-lucas.pdf
Lucas, sus meditaciones ecológicas
En esta época de retorno desmelenado y turístico a la Naturaleza, en que
los ciudadanos miran la vida de campo como Rousseau miraba al buen salvaje,
me solidarizo más que nunca con: a) Max Jacob, que en respuesta a una
invitación para pasar el fin de semana en el campo, dijo entre estupefacto y
aterrado: «¿El campo, ese lugar donde los pollos se pasean crudos?»; b) el doctor
Johnson, que en mitad de una excursión al parque de Greenwich, expresó
enérgicamente su preferencia por Fleet Street; c) Baudelaire, que llevó el amor de
lo artificial hasta la noción misma de paraíso.
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