El juego

Marshal Mcluhan dijo hace más de 20 años que las guerras del futuro más que matar personas inmovilizarán las redes informativo-comunicativas del enemigo. Parte de esto se configura en la imagen del nuevo terrorista global, el hacker. Bruce Sterling escribió A la caza de los hackers, detallando una persecución informática contra los vándalos del nuevo siglo, quienes aparte de configurar la novedosa y ridícula idea de subversión digital (idea que no hace más que dejar en evidencia el poder que le otorgamos a lo digital, poder suficiente como para que un hacker nos ponga contra la espada y la pared) significan una tendencia muy fashion y respetada. Porque terrorista es cualquier loquito que se pone un cinturón con dinamita o se reviente con un coche contra un lugar, pero hacker es el que puede y no el que solamente quiere. Este tipo de situación se vio de manifiesto en nuestro pueblito Uruguay, cuando un niño aburrido se hizo una cuenta en youtube y se mandó un vídeo disfrazado de etarra pero diciendo que era de Anonymous, amenazando los inútiles portales uruguayos estatales que ni teléfono de los ministerios tienen, y entreverando activismo informático con política. En fin, este chico es un hacker a medio camino, algo así como un kamikaze sin avión o un talibán de bomba brasilera. Su creación (por generación espontánea) se da con motivo de la necesidad de pertenecer a un grupo selecto y reputado, vinculado con una nueva forma de protesta, a la que hay que sumarse, por protestar sin quemar todo es algo infantil, y sino que les pregunten a los 50 imbeciles que se sumaron a la protesta de los indignados juntándose en la Pza Independencia hace 15 días. Protesta paradójica, porque se supone que los indignados protestan por la mecanización planetaria y ausencia de límites morales en la tecnosociedad, cosa que se contrapone a enterarse, unirse y educarse mediante una computadora, el ejemplo más universal de capitalismo que debe haber, cosa a la que nos guste o no estamos sumados.

Comentarios

También podés leer