la música es una ficción, algo que no existe
partiendo de la base griega que afirma que "nadie puede sumergirse dos veces en un mismo río", asumo que ninguna canción puede ser tocada más de una vez. las variaciones en su ejecución, por mínimas, insignificantes, innecesarias o imperceptibles que sean, harán de cada acto de performar la cosa que es una canción algo único e irrepetible. inimitable. lo que hizo nirvana con la versión holandesa de come as you are es apenas un ejemplo obvio y grotesco de este pensamiento. sobre la hipótesis acuática de los griegos, también se apuntó que no sólo "no es posible sumergirse dos veces en un mismo río" (porque el río ya no es el mismo, y porque nosotros tampoco lo somos, además, ambos fluimos de modo constante) sino que si nos basamos en La flecha de Zenón estamos en condiciones de afirmar que no es posible sumergirse ni una sola vez en dicho río, aporía que se explica en que no hay modo de obtener un lapso "estático" de tiempo, un corte diseccionado del tiempo; ya que el tiempo es justamente el río en el que no nos podemos zambullir y he ahí lo dramático del pensamiento autótrofo, la evidencia de tu ropa mojada indica que pudiste zambullirte en el río (o que eso creés ¿estás en condiciones de afirmar que porque te mojaste te zambulliste?), pero la lógica preposicional te puede decir lo contrario a lo que tu ropa (si te tiraste al río vestido, cosa rara) te indica.
sigamos, porque si asumimos que ninguna canción puede ser tocada dos veces, ahora nos vemos forzados a asumir que ninguna canción puede nunca ser tocada, otra aporía aparentemente inconducente (además de trágica), cada instante, me refiero a cada instante de la canción, resulta indivisible y ajeno, único porque la canción corrió y nosotros también, la canción está ahí (¿oírla significa que está?) pero tampoco está, porque ya se fue. capaz que en ese juego de existencia paradójica reside su efecto (efecto que prefiero no adjudicarle a cualquier canción, sino reservar para unas pocas elegidas: música que no existe).
sigamos, porque si asumimos que ninguna canción puede ser tocada dos veces, ahora nos vemos forzados a asumir que ninguna canción puede nunca ser tocada, otra aporía aparentemente inconducente (además de trágica), cada instante, me refiero a cada instante de la canción, resulta indivisible y ajeno, único porque la canción corrió y nosotros también, la canción está ahí (¿oírla significa que está?) pero tampoco está, porque ya se fue. capaz que en ese juego de existencia paradójica reside su efecto (efecto que prefiero no adjudicarle a cualquier canción, sino reservar para unas pocas elegidas: música que no existe).
Comentarios
de río.
que fluye.
así que nos entendemos...