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Elogio de la desmemoria
Estoy a favor de la desmemoria, creo convincentemente que no hay que recordar. De todas las pleitesías que se puede adolecer, rendirle pleitesía a la
memoria es de las más engañosas, el que recuerda cree estar accediendo a una base de datos encriptada, el recordante cree acceder a la entelequia misma del Recuerdo, su construcción arquitectónica encofrada en una base de lógicas acciones: hechos concretos. La neurología dice que no recordamos los hechos, las cosas objetivas que nos suceden, recordamos el relato que de ellas construímos, la ficción que entre nuestra mente y nuestros diversos lenguajes (cada uno un tamiz, muchos de ellos netamente emocionales) elaboramos para darle sentido y, frecuentemente, practicidad al recuerdo. Habitualmente los recuerdos suelen ser versiones cómodas de la realidad, versiones "oficiales" de acontecimientos en los que preferimos convencernos de que fuímos la víctima y no el victimario.
No termino de entender a quienes creen que como uno fue, así por siempre será, viven en una broma del rencor, torturados por sus memorias transitan en cuclillas por un desierto sin fin (porque tampoco tiene principio, es desertitud propia, la abstracción de lo constante) ante el cual la única respuesta posible es permitir que el tiempo haga su erosión, muerda su pedazo.
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