democracia+derechos+servicios
tranquilidad |
Nadie con dos dedos de frente, por tecnócrata que sea, puede hablar de un producto masivo de consumo como si fuera un derecho. Y esta lógica se repite en decenas de casos, hay mucha gente suponiendo derechos que no son tal cosa.
Además, se ha banalizado completamente el concepto de democracia, deformándolo a uno que viene a ser algo así como "acceso de x cosa para todos". Es la cosificación de lo abstracto, se deposito el carácter de la entelequia que vendría a ser la democracia en un objeto, y más particularmente, en su consumo. Se expresa como una lógica consumista perversa, pensada para igualar lo que no tiene porqué ser igualado. El consumo no hace mejor ni peor a una persona, por lo tanto consumir igual que el resto no convierte en igual a nadie. Igualar en el consumo no es igualar en derechos, es una construcción artificial que desordena el orden (perverso) del capitalismo. A ver, ambas cosas están mal, pero criticar al capitalismo ya se ha convertido en un objeto de consumo más, por eso me enfoco en lo otro. La democracia es una forma de gobierno, una particularmente vinculada con la representación proporcional. Platón advirtió que la democracia degenera en demagogia, del mismo modo que la monarquía se torna absolutismo y la Oligarquía en aristocracia. Hace más de 2000 años se habla de esto. Justamente por eso la república es el mejor sistema de gobierno, decían los griegos, porque representa las 3 cosas, léase:
- Democracia: en el voto.
- Monarquía: en el P.Ejecutivo.
- Oligarquia: en el PLegislativo.
Mezclar democracia+derechos+servicios no puede ser algo sin intención, son cosas que por ningún lado encadenan. Es un plan, a mi gusto intencionado, de pauperización cultural.
También es bueno decir que lo más interesante y positivo que creo que nos dejaron los gobiernos progresistas es la sospecha sobre los medios de comunicación. Era hora de que alguien masifique la realidad, que es que los medios de comunicación incomunican, deforman, y manipulan todo según sus propios intereses, que rara vez son los de un particular. Esa sospecha, antes resguardada para sectas universitarias, hoy es masiva, y es bueno que así sea, nos permite desconfiar de algo, al menos.
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