liminal
Un olor específicamente definido. Una iteración con un grado de hiperdetallismo asombroso, totalmente diseñado con una cantidad especificas de ingredientes tal que sólo existe en ese lugar. Un olor que estimula fibras cartilaginosas de una en una para aplaudir la luz a la mañana, un olor que tiene que ver con un lugar físico al que te transporta... un tono de voz y un mimo en la cabeza cuando sos poco más que un mocosito. Quintaesencia de la sinestesia, eso es el hogar, un olor. Algunos quieren creer que reside desde la piel hacia adentro, porque no necesitan más que eso, otros quieren creer que reside desde la piel hacia adentro, porque no necesitan más que eso.
Para otros el hogar tiene que ver con una búsqueda constante de puntos de referencia, vivo por todos lados, todo lo que vivo lo habito y lo que habito es mi hogar. La sensación de no estar en tu hogar es insegura, da pudor. Queremos jugar siempre de locales pero como nada se parece realmente a sí mismo (vieja ley universal...) sabemos que nosotros estamos en constante movimiento, sabemos que el hogar está en constante movimiento. Lo que transforma un lugar de paso en un hogar es gastarlo, cuando se apropia del lugar le va introduciendo objetos, órdenes y disposiciones de configuración que antes no estaban. Y lo queda detrás de eso es una paleta de aromas que sólo esa casa va a tener.
- Todo lo que estás diciendo es... cómo decirte...
- Me partió la cabeza verlo...
- Un divague exageradísimo - dijo pitando el porro con profundidad de forma tal que la ceniza recorría toda la parte cálida de la escala cromática, en un acto tan artístico de color que justifica el 90% del hábito de fumar que muchos tenemos.
Obviamente no me detuve a explicarle que tengo razón, a pesar de que evidentemente todas las evidencias contradecían la mayoría de mis postulados. Por alguna razón tener razón y que nadie se de cuenta eran parte de mi encanto por esos días.
En mi casa no me sentía en un hogar. Los olores eran novedosos y no me terminaba de acostumbrar. Por alguna razón la cocina tenía un constante, frágil pero persistente y tan imperceptible como para que a veces uno incluso acostumbre su nariz a que hay olor a mierda todo el tiempo.
- No me gusta dónde vivimos - sentencié.
- ¿Hay algo que te guste, últimamente? preguntó escrutando el mar con mirada de desconfianza como todo el tiempo recordando que "yo sé quién sos, yo sé que sos un encantador de serpientes (somos las serpientes) que todo el tiempo se come gente tal si fuera un Pac Man, una trampa hipnótica pergeñada por el agua para adormecernos y proceder a la antropofagia. El mar saturniano
Goya |
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