Sobre-empatizar
Agotamiento emocional: Sentir de manera intensa y constante las emociones de los demás puede ser agotador. El exceso de empatía puede llevar a una persona a absorber las emociones negativas de los demás, lo que puede generar una carga emocional abrumadora que nos funda.
Sobrerresponsabilidad: El exceso de empatía puede llevar a asumir responsabilidades por problemas en los que tal vez no estemos dispuestos a involucrarnos. Esto puede generar una sensación de sobrecarga con dificultades para dejar que las personas enfrenten sus propias situaciones y responsabilidades.
Vulnerabilidad emocional: Estaría bueno, en la medida de lo posible, evitar ser susceptibles a que todas las emociones negativas ajenas nos impacten. No significa que nos chupe un huevo el resto, significa que no deberíamos facilitar que nos arruinen la cabeza. Ninguno de nosotros está vacunado contra la ansiedad, el estrés o la depresión y la verdad, al menos hablo por mí, quien aquí redacta, es que no estamos para regalar salud mental. Se puede absorber fácilmente el sufrimiento ajeno y que dicha situación no genere dificultades para separar nuestras propias emociones de las de los demás. Hay una economía emocional que tenemos que saber administrar para determinar cuándo corresponde empatizar con nuestros vínculos (o con quienes sí y con quienes no) y cuando corresponde empatizar con nosotros mismos y nuestra autopreservación.
Influencia en la toma de decisiones: Una última razón que interpreto para evitar los excesos de empatía es que pueden influir en la toma de decisiones de una persona de manera desproporcionada. Puede tanto evitarnos tomar decisiones difíciles como acelerar decisiones innecesarias. Soy más de la idea de que debemos contemplar al otro, en la medida de nuestras posibilidades y energías. Algo así como que la culpa no debería motorizar nuestras demostraciones de empatía por quienes nos rodean.
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