La playa bajo los adoquines
Conforme las ciudades aceleran su gentrificación el tejido social que las compone se va desgastando. Las cordilleras de edificios van uniformizando todo, conquistando barrios para convertirlos a todos en el mismo barrio. Esta uniformización posiblemente sea muy redituable desde el punto de vista inmobiliario y muy prolija visualmente ya que genera cajoneras una al lado de otra durante kilómetros enteros de paisaje, pero una de sus principales consecuencias es la tugurización social. La famosa grieta, antes que política es social, y tiene que ver con la falta de compromiso que los habitantes adolecen sobre el espacio que habitan. El vecino del 7º piso ya no se vincula con nada ni nadie desde la altura de su inexpugnable recinto. Esta desvinculación social sale caro, acelera el anonimato de los vecinos y convierte en inseguridad lo que habitualmente puede ser visto como diversidad.
Es así como los ciudadanos se ven forzados a buscar estrategias para sostener los ahora debilitados vínculos, que de otro modo quedarán relegados a la fría sospecha de la casualidad.
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