La perfecta balada del siglo XXI


Ya no habla de amor, no habla de romanticismo, no idealiza a ninguna doncella encantada ni mide la cantidad de cosas materiales que el macho proveedor sacrifica en el nombre del desdichado amor por su Princesa.
Too Many Friends (2019, Placebo) es la perfecta balada del siglo XXI. Es una canción de amor andrógina, que relativiza el peso del género y deja entrever, como al pasar, como por debajo del foco lírico, que nada importa demasiado.
Algo: ritmo + algoritmo. Un aparato en red que determina tu sexualidad para terminar en la calle, rechazado por el cuerpo, que ya no se entiende como una diversidad sino como un todo, una partícula única vibrando a una energía determinada.
Hay un nihilismo en las inmediaciones del enamorado, que irrumpe estruendoso como para recordarle que ni toda la miel junta del mundo valdrá jamás la pena.
La deslocalización también deslocaliza el afecto: tenemos más amigos en Facebook que en la vida que tocamos. Es una canción dedicada a esos amigos con quienes nunca hablaste. Gente que te quiere pero no te interesa, es una canción por sobre todo dedicada a un aparato con conexión a Internet. Conocer gente pero nunca verle la cara, no saber bien cuánto mide ni qué paleta gestual usa al hablar, o que temperatura ofrece al besar.
Too Many Friends describe una época en la cual prima un sentimiento de hermandad pero no se sabe bien frente a qué. La sintonía sinuosa que irradia describe buena parte las relaciones humanas contemporáneas, pero más que nada tiene el valor de destruir el preconcepto de vínculo que conocimos durante el siglo pasado. Ese concepto que una y otra vez da muestras de estar agotado como modelo de vínculo social. "Amar hasta que la muerte nos separe" tiene la misma fortaleza conceptual que esa frase litúrgica que dice que hay que "honrar a Dios ante todas las cosas". Son oraciones que hablan de un engendro muerto, seco y desintegrado, un ser que si no creemos que existe deja de existir. Hoy amamos digitalmente, nos vinculamos con un código híbrido entre la carne y el microchip, y ese es el valor de esta canción, comprender su espacio y su tiempo: la red.

Comentarios

También podés leer