Watergate y el Cointelpro

de Javier Muñoz
Vamos a conocer el mayor escándalo político de la historia de Estados Unidos, descubierto por dos periodistas imposibles de silenciar y que terminó con la única dimisión de un Presidente de EE.UU a su cargo: Watergate. Y lo vamos a conectar con otros espionajes que incluso tal vez sean más graves pero quedaron tapados por la conveniente ola mediática generada por este.

CONTEXT

Presidenciales 1972, Nixon va por su reelección, la tiene asegurada según sondeos.
17/06/1972, 2:30 AM, un vigilante nocturno del edificio Watergate (Washington), ve la puerta de la sede del Partido Demócrata (ubicada ahí) abierta. La cierra y sigue con sus tareas. Cuando vuelve a pasar nuevamente ve la puerta abierta, una cinta adhesiva evitaba que el pestillo calce en la cerradura. Extrañado, llamó a la policía para luego descubrir que cinco personas estaban dentro de la sede.
Edificio Watergate

Los plomeros

Junto a ellos aparecieron varios micrófonos y aparatos para pinchar teléfonos. Todos los intrusos dijeron ser plomeros pero le hecho no parecía tener mayor relevancia y saldría esa mañana en diarios locales caratulado como intento de robo sin mayores consecuencias.
Bob Woodward y Carl Bernstein, dos periodistas casi principiantes que rellenaban páginas en The Washington Post, siguieron el tema y notaron que uno de esos “plomeros” era James W. McCord Jr, funcionario de la CIA de carrera, jefe de seguridad de Nixon. Comenzaron a tirar de ese hilo y fueron encontrando un entramado de relaciones entre los “plomeros” y los ‘Hombres del presidente’, entorno de Nixon con profusa actividad en su campaña de relección. Se terminó determinando que, en vez de plomeros, los atrapados eran agentes secretos al servicio del presidente. Y que en vez de reparar goteras, lo que estaban haciendo era colocar micrófonos e intervenir teléfonos de los demócratas para así espiarlos. 
Para 1973, los acusados reconocieron su culpabilidad en los cargos de robo y allanamiento. McCord, el exagente de la CIA, le mandó una carta a la jueza diciendo que había sido presionado para declararse culpable y que el tema no escale. Nixon la dibujó haciendo rodar la cabeza de un par de mandos medios y todo parecía que quedaba por esa pero los muertos que él mató gozaban de buena salud. Al haber sido dejados tirados por el Presidente, varios de estos ex funcionarios comentaron que Nixon grababa todas las charlas del Despacho Oval de la Casa Blanca.

Las paredes escuchan

Tras diversas comparecencias antes jueces de la nación y el Senado norteamericano se logró delinear los detalles de la maniobras: El Gobierno de EE.UU. usó un equipo de agentes CIA entre los que había mercenarios anticastristas y hasta gangster con todas las letras
Los dos encargados de hacer las maniobras fueron Howard Hunt (agente de la CIA) y Gordon Liddy (ex agente del FBI devenido en espía y que luego fue presentador de programas de televisión), ambos muy cercanos a Nixon. Liddy contrató los cuatro espías que armaron el grupo comando que plantó micrófonos y fue descubierto en la Seda del PD, “The Plumbers”, les puso la prensa después de su coartada de que eran plomeros. 
Archibald Cox, fiscal general en Watergate, pidió las grabaciones. Nixon no sólo se negó a darlas sino que movió sus vínculos para apartar de la causa a Cox, prestigioso abogado, jurista y profesor, asesor de John F. Kennedy y Lyndon Johnson
Todo muy innecesario, la reelección estaba asegurada

La masacre del sábado a la noche y renuncia

Un sábado por la noche, el fiscal Gral recibió el pedido de Nixon de que Cox sea apartado, pero se negó a hacerlo así que lo echaron a él. Su sustituto en la fiscalía duró minutos, ya que le pidieron lo mismo y respondió con la misma negativa para luego renunciar sin que nadie se lo pida. Tras esa “masacre del sábado a la noche” (así la bautizó la prensa), llovieron miles de telegramas de protesta a la Casa Blanca, además de que decanos de casi 20 facultades de Derecho firmaron un pedido de destitución del Nixon. Finalmente el Presidente fue obligado a entregar las grabaciones, cosa que hizo parcialmente para que la justicia luego vuelva a apretarlo, logrando así que entregue la totalidad de los audios, casi como si fuese un niño pequño. 
De ese modo la Corte Suprema de Estados Unidos supo que la Casa Blanca estaba detrás de un entramado de espionaje que puso en jaque la institucionalidad norteamericana. Además de espiar al Partido Demócrata, Nixon usó la CIA para evitar que el FBI investigue estos chanchullos
Tras esto, su propio partido le quitó el respaldo y comenzó un proceso de ‘impeachment’, que no llegó a concretarse porque el propio Richard renunció a la presidencia el 8 de agosto de 1974.
Como las leyes las hace el poder, Nixon jamás enfrentó ningún cargo. Su sucesor, Gerald Ford, lo indultó. Casi 50 asesores de su entorno fueron condenadas a diferentes penas de prisión mientras que Woodward y Bernstein fueron reconocidos con un Pulitzer por su investigación.

Garganta Profunda

El principal informante de los periodistas recibía el nombre de “Garganta Profunda”, parafraseando una XXX de la época que la administración Nixon había tratado de prohibir. “Deep Throat” nunca reveló información, corroboraba todos los datos que le daban y orientaba a Woodward para que sepa hacia dónde dirigir sus búsquedas de información.
Finalmente supimos que Garganta Profunda era Mark Felt, ex funcionario de la CIA. En 2005 Vanity Fair publicó un artículo sobre él titulado “Soy el tipo al que llamaban Garganta Profunda”. Además, supimos que Nixon y sus hombres todo el tiempo conocieron su identidad. Al presidente se lo reveló uno de sus jefes de seguridad, quien además le contó que Felt quería ser Director del FBI, pero sabía que Nixon no iba a nombrarlo porque era judío: “Cristo, –dijo Nixon– poner a un judío allí…
En vez de echarlo o tomar represalias prefirió freezarlo en su puesto, porque: “Si lo presiono renunciará, va a ir a la televisión y va a contar todo lo que sabe. Y lo sabe todo”, contó el jefe de seguridad, que resultó bastante buchón.
John Dean, abogado del presidente hasta 1973, fue otro de los testigo-estrella del caso, que gracias a su colaboración logró una condena menor. También integraba el llamado “Muro de Berlín”, que protegía al Presidente. Grabaciones del espionaje en la Casa Blanca siguieron apareciendo regularmente incluso hasta 2013.
De hecho, entre esas grabaciones figura una charla entre Nixon y Reagan en la cual el actor que luego sería Presidente le decía a Nixon que su "corazón" estaba con él y que "Quería que supieras que estás en nuestras oraciones". En otra grabación Reagan le dice a Nixon que un delegado africano para las Naciones Unidas "es un mono". Un fragmento de la declaración de Alexander Butterfield, asistente de la Casa Blanca, a Fred Thompson, republicano miembro del comité que investigó el caso, es tan directo que corresponde citarlo:
No fue la primera vez que se grabó gente en la Casa Blanca, Eisenhower (de quien Nixon fue vice) ya lo había hecho, pero no de forma tan organizada. El sistema que armó Nixon encendía las grabadoras automáticamente por voz humana, no hubo charla que no sea registrada. 
Woodward y Bernstein
Bernstein y Woodward confirmaron además que John Mitchell, Ministro de Justicia, manejó un fondo secreto que financiaba el espionaje a los demócratas. Este espionaje además permitía crear listas negras de empresarios, militantes y personalidades vinculadas al partido, con las consecuencias que esto implica para ellos. 
Como la democracia es imperfecta, a pesar del enorme escándalo Nixon pasó por encima de su oponente y ganó las elecciones. Lo que generó su caída no fue el espionaje en sí sino toda la trama que había urdido para esconderlo.
La propietaria del Post, Katharine Graham, y su editor general, Benjamin Bradlee, merecen ser mencionados. Ambos se mantuvieron firmes a pesar de las presiones del Gobierno para abandonar las investigaciones. Además, sostuvieron el compromiso de proteger las fuentes de los periodistas por más de tres décadas.
Nixon pasó a la historia como impulsor, del asalto a Watergate, que luego encubrió y amparó, a pesar de que tenía la reelección asegurada, lo cual, si evitamos la ingenuidad inicial, nos puede llevar a pensar que tenía otras razones más allá de la elección para espiar a otros grupos políticos. 

Se acabó lo que se daba

El titular más explosivo del post decía que ”Cinco hombres, uno de los cuales afirma ser ex miembro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), fueron detenidos ayer a las 2,30 de la madrugada, cuando intentaban llevar a cabo lo que las autoridades han descrito como un plan bien elaborado para colocar aparatos de escucha en las Oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata en esta ciudad”.
Finalmente el bueno de Richard renunció el 9/8/74 tras haber pasado la noche sollozante y alcoholizado en compañía de Kissinger, con quien se arrodilló en la alfombra azul de la Casa Blanca para rezar llorando. 
Contó Kissinger que después de eso se sirvió un whisky y le pidió a quien era su secretario de Estado: “Henry, no le cuentes a nadie que lloré y no fui fuerte”.
Hubo varios hechos a destacar durante su Gobierno ya que fue con él que las escuelas del sur del país comenzaron a ser interracionales, por ejemplo. Pero veremos que esto era para la prensa, tras bambalinas el Gobierno hacía otra cosa...
Además, Nixon fue el responsable de retirar las tropas estadounidenses de Vietnam, en un guerra que duró casi 20 años y fue la único que este imperio perdió durante su historia.  Pero veremos que esto era para la prensa, tras bambalinas el Gobierno hacía otra cosa...

COINTELPRO

Otro punto relevante a mencionar, y que nos toca de cerca, fue que durante su mandato Henry Kissinger ideó el Plan Cóndor, coordinando varias dictaduras en el Cono Sur con la conveniente excusa del comunismo.
Con la aparición de estas grabaciones también quedó en evidencia un escándalo igual de grave pero más amplio y silencioso que el anterior. Se comprobó la existencia del COINTELPRO (Counter Intelligence Program, por su sigla en inglés). Este Programa de Contrainteligencia norteamericana resumía decenas de proyectos ilegales de espionaje contra todo tipo de organizaciones sociales entre los años 1955-71. Grupos de lo más variopinto fueron infiltrados con la finalidad de conocer sus movimientos y debilitarlos. Se atacó desde organizaciones feministas hasta al Ku Klux Klan, pasando por grupos ecologistas, movimientos por los derechos civiles del afroamericano, defensa de los derechos de los animales o el American Indian Movement (AIM). 
Cabe recordar que Leonard Peltier, el preso político más antiguo de EE.UU., fue perseguido dentro de estos programas encubiertos. El Cointelpro comenzó con Roosevelt y fue retomado durante la administración JFK. Incluía la organización de disturbios en marchas para empañar la figura de quienes combatían la discriminación racial o directamente la coordinación de ataques a los movimientos feministas en auge. 
Durante más de 15 años el FBI había intervenido miles de comunicaciones del casi nimio Partido Socialista de los Trabajadores estadounidense. Todo esto quedaba expuesto con la aparición de las grabaciones pero como el tema no venía al caso y afectaba los intereses del Estado quedó tapado. 
Todo esto tenía calidad de leyenda urbana hasta que en 1976 un informe del Senado estadounidense confirmó las actividades “desreguladas” (ilegales) de inteligencia del gobierno contra sus propios ciudadanos, les dejo el PDF original.
Para ser gráficos, bajo el paraguas del Cointelpro se intervinieron los teléfono de Martin Luther King, se asesinó militantes raciales antidiscriminación (a otros se los acuso de delitos falsos), se amedrentó militantes pacifistas antiguerra de Vietnam y se dio palizas a feministas
Persecuciones, tiroteos, espionaje, cartas anónimas, noticias falsas (no tenían nombres cool, como ahora), hostigamiento mediático y legal y una larga lista de etcéteras fueron patrimonio del Gobierno norteamericano durante esos años. Adivinen qué se enseñaba en la Escuela de las Américas (SOA)
Nunca la Presidencia de EE.UU. tuvo un escándalo de estas proporciones hasta que en 2021 los partidarios de de Donald Trump tomaron el Capitolio para impedir la asunción de Biden.

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