Cap. V de una novela nunca terminada
Llegué temprano al trabajo por primera vez en la semana. El plan fue llegar, hacer lo mío y salir volando. A las cinco de la tarde se juntaron “los compañeros” (serán compañeros entre ellos, en lo que a mí respecta voy ahí por el asado y para ver si me puedo levantar una mina…) a disertar sobre el mundo, la mar en coche, el capitalismo transnacional y los embates del fascismo personificado siempre en la gente que es o vota otro partido.
Se creen especiales, distintos, iluminados. Me sobre-explican cosas con un tono indulgente que me molesta y generaría mis peores respuestas de no ser porque estoy enfocado en mi verdadero objetivo. Yo no creo que sean especiales, tampoco creo que sean malos, me dan ternura, creo que tienen el cerebro congelado hace 30 años. Me hablan de explotación del hombre por el hombre y eso era en la época de las fábricas. Hoy es todo digital, ni saben la cantidad de guita que se roban y ya se la están patinando en lo que venga. Hoy ni hay explotación, directamente hay gente con plata a la que le importa nada que haya otros sin ella. Pero nada de esto convierte a un bolche mal leído en un tipo especial. Si hubiese tanta gente especial como la cantidad de gente que dice ser especial, yo creo que el panorama global sería otro. Admiro a esos tipos capaces de sentirse “únicos e irrepetibles” por el sólo hecho de tener alguna mínima variación genética con el resto de los humanos. Creo que no tengo ese grado de entumecimiento, yo soy igual a cualquier otro, y me encanta que así sea, me da lo mismo en realidad.
Es la primera vez en 10 o 15 días que como carne. Mi dieta se basa en tortas fritas (me salen mal, por lo general), mate, porro y fìdeos o arroz. Soy pobre, pero pobre bien, casi por elección, pobre como era Diógenes el viejo, que le chupaba todo un huevo. En fin, el punto es que la gente se cree demasiado especial, o lo que es peor, hay gente que cree que demasiadas personas son especiales. yo por una sola cuestión de sentido común, tiendo a creer que no conoceremos más de 4 o 5 personas especiales en nuestras vidas, asumiendo que podamos vivir más de no sé, 40 años, ponéle. Asumiendo que podamos vivir hasta que nos caigamos pedazo a pedazo,como se caen las cosas que caen por pedazos. Bueno, y qué con eso, a qué viene, qué más querés, me aprieta esta mina tratando de sacarme más palabras, pero no hay demasiado, quiero no llamar a nada mío, vivir cerca de un río, a ser posible con mucho café para beber. Además ya estoy medio en pedo de sólo tomar cerveza. Salía de la productora a las 2 y pico de la tarde y vi a un tipo tomando cerveza al rayo del sol… ese tipo era yo… toda esta girundia explica por qué no son las 7 y ya estoy mareado. No es una cuestión que una mina pueda resolver, ni nadie más, generalmente mis reflexiones le rompen las bolas a todo el mundo. Yo leo mucho (muchísimo) pero no me acuerdo muy bien de casi nada, entonces las cosas que leo quedan suspendidas, como macerando en mi cabeza. Salen asomando la cabeza cada tanto para entreverarse en ideas que ni yo entiendo bien pero trato de expresar del mejor modo posible. Santiago por ejemplo, prefiere pajearse viendo unos dibujos animados de minas japonesas exuberantes y cosas así. Daniela siempre responde cosas tipo “yo ni pincho ni corto”, pero eso es una cuchara, y mi hermana es rarita de cabeza, no lo comprende. Isabel es tan vaga como inteligente, tiene unos irrebatibles y conmovedores blablablás que deberían formar parte de un libro algún día… tiré la bomba de humo y desaparecí tan rápido como se terminó el asado. Soy tan molesto en ese lugar que nadie me extraña, siquiera notan mi presencia. Isabel me abre mientras lucha con la impresora de su PC, quiere imprimir unos textos que le gustaron, son poemas de Charles Dickens, dice. Cuestión que termino guardándome mis reflexiones y soltando frases sueltas, me gusta que la gente crea muchas cosas de mí. Me gusta que la gente crean que soy demasiado inteligente como para ir por ahí predicando mis cavilaciones, me cabe que crean que mi inteligencia me tortura haciéndome entender cosas que no debería entender sobre el mundo, el ser y el a priori mental que todos traen de nacimiento, porque así como las arañas traen hermosos planos arquitectónicos pregrabados en la mente (de obras que nunca ven en la totalidad de su belleza, pues sólo nosotros desde nuestra perspectiva podemos apreciar semejante belleza geométrica...) los humanos tenemos prejuicios y formas de apropiar cosas como programación por defecto mental. Cuestión, que no pude hacer funcionar la impresora, abandoné mi empresa. Me gusta que crean que soy casquivano. Me gusta la palabra casquivano, no sé qué significa, me gusta usarla cuando no sé qué decir. Isabel me dice que Dickens escribió por ahí algo así como que “es curioso ver cómo todos los seres humanos se consideran secretos y misteriosos a los ojos de los demás”. Isabel casi no lee, es todo muy raro. Un poco es lo que yo venía pensando, que Isabel no lee y que todos nos creemos re especiales. Aparentemente ya fue todo pensado y no hay modo de no repetir un pensamiento, uno hace plagios hasta sin saberlo.- ¡DWREEEP!
- ¿cuánto pagarías por evitar saber la verdad?, le pregunto a Isa
- ¿vos cuánto pagarías para no comerte una verga?, me responde.
- Esta está siendo la mejor noche de mi vida, dice.
- Qué mal, respondí.
- Pobre, ¿qué hará con tanta mentira?, le digo, mientras Santiago estaba tan preocupado contando su historia que ni cuenta se da de que no lo oímos.
- Santi, – puso su mejor tono afectuoso – estoy de resaca… por favor…
- Te estoy contando algo muy importante para mí, Isa. no puede ser que por una resaca de mierda no quieras oírme – reclamó Santiago mientras yo miraba por la ventana hacia afuera, como tratando de dejar claro que no quería oírlo.
- Es una resaca, hace conmigo lo que quiere – explicó Isabel, que había encontrado medio pucho bajo la cama y se disponía en encenderlo - unos lo llaman amor, yo le digo “decepción a largo plazo” – e hizo las comillas con los dedos…
- me parece demasiado violento – pitó su cigarrillo, Isa.
- Pues parece que para la señorita es más violento ver arder un contenedor que ver a alguien buscar comida dentro – y di mi mejor golpe a lo “socialmente comprometido”. Isabel me miró con toda su resaca y yo continué - quieren rocanrol y a la mínima que se arma bardo se asustan, ustedes los zurdos son todos iguales…
- Te hacés el duro y no sabés qué hacer sin mi – respondió con altanería.
- Se llama Mariana – dijo Santiago, pero nadie le había preguntado.
- A ver, a ver, sé lo que haría sin vos – le dije a esa Isabel malhumorada y asquerosamente sensible y contradictoria.
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