telegrama de un reptil a una cenóbita


cada ser humano una gota del mismo líquido | una estúpida bolsa de piel

casi inanimada | ausente

la podredumbre y la mediocridad | el necio circo de complacencias

el hastiamiento de la gente con oficios

estaba en plena muda cuando le olí con mi lengua

al comienzo me costó verla, la oscuridad me hacía una trampa

me tomó su tiempo adapartar mis dedos a su figura, saber cómo buscarla a tientas

ella me observaba y alternaba tímidos gestos y sonrisas

de labios apretados

con sus puños apretados | cerrados como noche kafkiana

bajo un pull over gris clarito clarito clarito clarito clarito | abotonado | que sólo puede lucir así en ella

mi lengua no supo parar de olerla | de saber sus relieves | hasta el mínimo ápice de su contorno

supe que venía de dos Siberias

una geográfica y otra

metafórica

desde allí venía

sus dedos como pinzas | quirúrjicos

me desprendían parches enteros de piel y escamas

de a ratos mi lengua | volvía a memorizar su olor

conocer sus pliegues y húmedades

su falange absorbía mi energía en excursiones | firmes | de tensión, temperatura y textura

todo me lo sustrajo | todo me lo dejó

su cenobitismo relucía con evidente luz

volvió Morfeo, que de esto no sabe ni mierdas

se calzó sus guantes de cristal y echó mano de sol en sol

sus beso sabiendo a tábaco y óxido

la vida y su hastío no entendían nada

un pueblo casi desértico y pasajero, montado para nosotros | en proceso de abandono

completamente, lo sabemos, podrído | corroído por ese lento gusano de la rutina bucólica

un pueblo ajeno a nosotros | pura creación y dentaduras

el sol lastimando sus púpilas y la

oscuridad que no avisa

todo lo desaparece en un instante

los reptiles somos muy así | de ver en lo oscuro | resulta haber un degradé de ausencias

suturó mi espalda | lamió mi dedo con dulzura empalagante | hiló sus cosas de súcubo

ya sabés

en mí | debilitándome | desarmándome como un niño indigo desamaría un puzzle 3D | delicada mente

parecía una mujer ficticia | sacada de una mitología llena de apretadas palabras sin sentido claro

compuso una música armoniosa

cadente y de complexión maravillosa

hilada de silencios



gimoteos

inhalaciones | exhalaciones | ablaciones de piel

tímida canción sutíl e intensa | agitada | dulce | agotándonos

una sinfonía de respiraciones

el mejor Réquiem que pude oír en mi perra vida reptil

no paro de repoducirlo en mi | así como mi lengua no para de olerla | a ella

así como mi piel | no para de agradecer su atención

mi sonrisa mientras viajo en un bus suburbano | la mejor ofrenda | su pequeña silueta rusa

casi temblorosa

onírica (Morfeo cruel...)

volvió a su Siberia | a la matefórica | ella se fue sin irse

si es que alguna vez llegó | si es que alguna vez no estuvo | estar o no estar

la vida no merece ese penar | agónico | de reducirlo todo a un estímulo físico

ella se fue sin irse | cada uno de sus (des)bordes

su espalda nadadora sobre la que | gentílmente me ahogué

sus piernas en herida | que atenazaban mi fugacidad

mientras Patti se callaba ubicadamente, a tiempo

por primera vez en su hermosa vida | sin entonar nota y detenida

para oírle cantar a ella

ædra

| cantar.

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