Uruguay con dos gobiernos

Te cuento sobre una de las veces en que Uruguay tuvo dos gobiernos a la vez. Fue en 1897, durante la revolución encabezada por Aparicio Saravia contra el gobierno colorado de Juan Idiarte Borda.

CONTEXT

A fines del siglo XIX, el Partido Colorado dominaba el poder en Montevideo desde hacía décadas, mientras el Partido Nacional (blanco) estaba excluido del gobierno central pero conservaba fuerte influencia en el interior del país.
Aparicio era un caudillo oriental con familia oriunda de Río Grande del Sur. Su raid sedicioso incluyó una activa participación en la Revolución de las Lanzas (liderada por el también blanco, Timoteo Aparicio) y la llamada Revolución Tricolor, al mando del Gral Ángel Muñiz.
En la segunda mitad del siglo XIX, el Partido Colorado dominaba el Estado uruguayo casi sin contrapesos. El sistema electoral era limitado, sin voto secreto ni registro civil: truchar elecciones y acomodar un pueblo de gente eran el pan nuestro de cada día.
Fuente
Los blancos fueron apartados de los ámbitos de decisión y muchas elecciones eran un trámite sumario. No era una democracia: el control sobre el juego político era casi completo. La mencionada Rev. de las Lanzas, por ej, se inspiraba en ideales que hoy muchos consideramos básicos. Un necesario informe de Emilio Martínez Muracciole explica que a partir de esa Revolución se fue consolidando "la coparticipación en el gobierno, con representación de las minorías".
No deja de llamar la atención que este bandolero se sumaba a cuánto conflicto veía. Incluso peleó en la revolución federalista de Río Grande del Sur, un conflicto 100% brasileño en el que estuvo bajo tutela de Gumersindo, su hno mayor. Hay que recordar también que el Partido Nacional no participó en las elecciones de 1893 y ni lo haría en las de 1896, ya que denunció fraude electoral sistemático y decidió retirarse de los procesos formales, concentrando su acción política en la resistencia armada y el reclamo de participación real en el poder. Esto formaba parte de una estrategia política deliberada que el partido tuvo durante el último cuarto del siglo XIX y respondió a que, como adelantamos, los colorados habían avasallado las instituciones, manipulando el aparato electoral.
Gumersindo junto a su hermano Aparicio, ambos del centro, 1894

El único magnicidio de la historia de Uruguay

El 7 de marzo de 1897 comenzó una revolución armada liderada por Aparicio Saravia, que en pocos meses dominó vastas zonas rurales del país, especialmente Cerro Largo, Tacuarembó y Treinta y Tres. Durante varios meses, Uruguay tuvo dos gobiernos de facto: uno colorado en Montevideo, con Borda en la presidencia, y otro blanco en el campo, con Saravia como jefe militar y político, organizando tropas, designando autoridades y cobrando impuestos.
El conflicto se intensificó hasta que un 25 de agosto de 1897, el Presidente salía de los festejos del Día de la Independencia, cuando Avelino Arredondo, militante blanco, lo asesinó en plena calle en Montevideo, concretando así el único magnicidio de la historia del Uruguay.
Mascara mortuoria y banda de Presidente

Ya había recibido amenazas, cartas que la Flia del difunto aún hoy conserva. Una de ellas dice: “señor presidente, usted se ha empeñado en menospreciar nuestros avisos, pues usted será la primera víctima de su torpeza”.
Hay quien especula que Batlle y Ordóñez lo mandó a matar porque no quería ceder ni un ápice de su poder frente a los subversivos. Pese al magnicidio, la revolución no fue sofocada militarmente. Al mes siguiente se firmó una tregua: el Pacto de la Cruz.
Cartas con amenazas
El nuevo presidente interino, Juan Lindolfo Cuestas, acordó con los blancos la entrega de tres jefaturas políticas en el interior.
El pacto desactivó el conflicto por unos años. Saravia tenía sed de poder, aceptó pero se quedó agazapado. Volvió a levantarse en armas en 1904 (¿terrorismo?), en una guerra que terminaría con su muerte y consolidaría la hegemonía colorada hasta bien entrado el siglo XX.

Masoller

En esa batalla, Masoller, enfrentó por enésima vez al gobierno colorado de José Batlle y Ordóñez. Este artículo del diario El País nos pinta de cuerpo entero la situación de esa época. Aunque Batlle había sido electo democráticamente, Saravia denunciaba el incumplimiento de pactos de coparticipación. Su muerte marcó el final de las guerras civiles entre blancos y colorados.

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