Empalme Olmos no es un basurero

¿Te imaginás vivir a 900 metros de un basurero gigante, rodeado de plagas, olores nauseabundos y el riesgo de que tu agua potable esté contaminada?

Eso es lo que está a punto de pasar en Empalme Olmos, Canelones: un pequeño pueblo enfrenta 32 años de abandono político y ahora también la amenaza de un vertedero a cielo abierto.

Empalme Olmos nació a fines del siglo XIX como un humilde asentamiento rural alrededor de un cruce ferroviario que unía las líneas del Ferrocarril del Este y el Ferrocarril Central. De ese “empalme” de vías surgió su nombre. Hoy, más de 100 años después, sus vecinos luchan para que su hogar no sea transformado en un basural.

Una bomba de tiempo ambiental

La empresa Morseloy S.A., propiedad de José Andrés Guichón (empresario y director del Parque Industrial Olmos), busca instalar un relleno sanitario y una planta de "reciclaje" a solo 300 metros del pueblo y a metros del arroyo Pando. Un informe de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República advierte:
  • Alto riesgo de contaminación de aguas subterráneas y superficiales.
  • Posible afectación de pozos de agua potable.
  • Peligro para escuelas, viviendas y actividades agrícolas cercanas.

Lo que intentan imponer en Empalme Olmos no es un simple "relleno sanitario". Es un basural disfrazado que podría destruir su tierra y sus arroyos. Cuando la basura se mezcla, se prensa y comienza a descomponerse, genera un líquido altamente tóxico llamado lixiviado.
Si no es correctamente drenado y tratado (cosa que rara vez pasa en Uruguay), este veneno se filtra al subsuelo, contamina la tierra y termina en las aguas subterráneas.
El predio elegido está en un suelo inadecuado para esta actividad y a orillas del arroyo Pando, lo que multiplica el riesgo. La filtración de lixiviados sería letal para el ecosistema y para las personas.
Patricia Gallardo, del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales, elaboró un informe técnico en 2023, luego reforzado junto a Daniel Panario y Ofelia Gutiérrez en 2024, donde cuestionan duramente el proyecto. Además, el Ministerio de Ambiente clasificó la iniciativa como de categoría “C”: actividades de alto impacto ambiental negativo, aún con medidas de mitigación.

Algunas de las advertencias más graves del informe:

  • El terreno no es apto geológicamente: instalar el relleno directamente sobre el basamento cristalino comprometería las aguas superficiales y subterráneas.
  • El sitio está a menos de 200 metros del arroyo Pando, que abastece de agua a poblaciones cercanas.


  • Hay 11 pozos de agua a menos de 2 kilómetros.
  • Ya existe otro vertedero a pocos kilómetros (Cañada Grande), incumpliendo la directriz de racionalizar y reducir la cantidad de vertederos, según la ley.
  • Se generarían olores nauseabundos y voladuras de materiales plásticos hacia el arroyo.
  • Aumentaría la presencia de ratas, roedores y aves carroñeras, propagando enfermedades.
  • El área tiene actividades agrícolas (cítricos, ganadería) que se verían gravemente afectadas.

Los antecedentes son preocupantes:

  • Entre 2011 y 2014, en el basurero de Cañada Grande (muy cerca de Empalme Olmos), se encontraron:
  • 150 veces más plomo de lo normal.
  • 75 veces más cromo.
  • 200 veces más de otros metales pesados.
Todo eso llegó a los arroyos... y de allí al Río de la Plata, principal fuente de agua de Uruguay. Hoy, ese basurero es un cerro de basura que genera enfermedades y degrada la calidad de vida de la gente. “Imaginate tener eso a 900 metros de tu casa, donde están las escuelas y viven tus hijos”, me dijo un vecino.
El proyecto además viola principios básicos de la Ley 18.308 de Ordenamiento Territorial:
  • El sitio no es apto.
  • Está demasiado cerca de zonas pobladas.
  • Afectaría directamente un curso de agua con tomas de consumo humano.
Y también contradice el Plan Nacional de Gestión de Residuos 2022-2032, que ordena reducir vertederos, no crear más, especialmente en zonas habitadas.
Vecinos denuncian además que:
  • Hubo irregularidades en el proceso.
  • Se avanzó sin consulta real a la población.
  • Hay sospechas sobre posibles vínculos políticos con el empresario Guichón, aunque nadie lo investiga.
Como me dijo otro vecino, "mucha gente piensa que esto estaba cocinado desde hace mucho tiempo. Y lo raro es que NINGÚN candidato a intendente habla del tema."
Hoy, Empalme Olmos enfrenta su mayor amenaza:
  • Devaluación de tierras.
  • Enfermedades por plagas y lixiviados.
  • Pérdida de calidad de vida.
  • Contaminación irreversible de sus arroyos.
Y es que hace un (1) año el Ministerio y la Intendencia de Canelones firmaron un convenio por medio del cual el Gobierno le dará 1.4 
millones de dólares a la Intendencia para que gestione el cerrado de Cañada Grande. Ensuciar todo también es un negocio.
Empalme Olmos no es un basurero. Es un pueblo forjado junto a las vías del tren, no junto a cerros de basura. Sus vecinos merecen ser escuchados.
Por ahora, el Intendente de Canelones, Marcelo Metediera, declaró a Búsqueda que la Intendencia no tomó una decisión y que "hasta que no exista un análisis ambiental serio, no se va a mover ni un centímetro de nada". Sin embargo, también afirmó que el nuevo sitio de disposición final será en esa región, advirtiendo que “hay que buscar el mejor lugar, cuidando los costos y las responsabilidades políticas”.

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