Enola Guy


Si esto fuese una película el primer cuadro serían mis ojos. Después la cámara alejándose lentamente, el cuerpo de Barney ganando segundo a segundo cada pixel de la pantalla. Ese soy yo. Un hombre vestido de Barney rodeado por niños. Un absurdo.
Es verdad que siempre es algo repentino lo que enciende la mecha, pero desencadenado por un hecho concreto, un accidente, como esas fichas de dominó que van cayendo, etc. Asimismo, uno se acostumbra al mal tiempo, a los días malos, aún así hay un darse cuenta, epifanía, moments of being, llamálo como quieras, en todo caso es un ya está, está vez va en serio pendejo. Y todo lo demás que uno pueda pensar en momentos así, claro está. La mecha, el dominó, cada pensamiento desatando los cordones del otro. De repente ves el centro del laberinto, estás ahí. Y lo único en lo que podés pensar es en abejas. Zumban como abejas esos niños a mi alrededor. No es que molesten pero son niños, y estoy seguro que ni Shakespeare ni Nietzsche ni (usted ponga el nombre que más le gusta) tenían que pensar rodeados de pendejos insufribles que te quieren abrazar o pegarte en las pelotas. 
Margarita: me quiere no me quiere. bssssss bssssss. El otro día uno de ellos dijo que me amaba ¿Qué puede saber del amor un niño de 8 años? pregunto ¿Qué puede entender ese niño sino la parte de la estupidización, de lo banal, lo que le enseña la tele y sus padres y los aparatos del estado en horarios de protección al menor? yo mismo, vamos... sobre todo qué puede entender si afirma amar a un montón de huesos y procesos químicos envueltos en tegumento, envueltos en polifón lila de feria con forma de saurópodo bípedo: Barney.
Mierda. Era mucho más sensata la nenita de pelo rubio sentada en un escalón detrás de cámaras, escrutándome con desconfianza como diciendo la pija sos Barney, vos sos un empleado disfrazado, no me jodés a mí, la pija sos Barney. O mismo los dos o tres niños por programa que se asustaban al verme demasiado hiperactivo. Porque claro, a ellos les faltaba tiempo para la cocaína.
Aún y con eso, el grueso de los pequeños hobbits o bien decía amarme o bien se comportaba como si fuese a decirlo. Yo fingía que los amaba y todos fingíamos ser felices (te quiero yo/ y tu a mí/somos una familia feliz) en una traumática rutina refritada que más por cansancio y repetición que por tener un sentido fingía ser una vida. Como un goteo constante que corroe una piedra y al mismo tiempo finge ser un hilo de agua o alguna mejor comparación de la que deslindo responsabilidades en tanto pésimo (intento de) escritor, suponiendo la existencia de un sustantivo o significante que pueda contenerme y contener algo, como quien dice que existe una caja de puchos o un arma cargada. Sujeto y predicado.
Tampoco era un proceso difícil el de fingir. de hecho es más fácil fingir que se ama que fingir que se odia. Las putas y los gatos enseñan eso.
¿Qué soy? 
¿Cómo llegué acá? pensaba 
¿Me aman realmente? 
¿Qué parte del proceso civilizatorio ocupo? 
¿Ella me ama o dice amar algo que proyecta sobre mí? 
¿La habrá querido bien su papi? 
Tengo más años de pareja con ella que de empleo siendo Barney, pero seguramente en toda mi vida no hice sino ser esto: Barney, una PNT ambulante que roza lo macabro y con grotesco mal gusto refrita estereotipos bienpensantes de autocomplacencia. Un reírme sin entender los chistes o hacer como que no capto las indirectas que sí percibo. No tiene objeto un día más en este circo mintiendo, proclamo, y formando parte de todo una serie de círculos concéntricos que se van autoconteniendo para limitarle la mente a quien toque limitar. Un sistema erróneo que tuvo fundamento hace 2000 años cuando comenzó a gestarse, pero que hoy está ahí sin que nadie sepa bien por qué. Reproduciéndose en cada afeitadora descartable que usamos, autosuficiente y asexuado, sin precisar de contraparte, sin fundamento ni dueño, yéndose en sangre por el desagüe o creciendo en fuego y mugre como un mega-hongo mutante devenido en ciudad que terminó por controlar a los vástagos de sus creadores. Hongo, atómico, bomba atómica, a la mierda chinos. Paul Tibbets vio desde su B-29 la ciudad más efímera de la historia. Me ama no me ama. Acá `ta acá no `ta. Litlle boy y yo que de algún complejo modo siento que soy parte de todo eso. Soy parte del sistema. Soy de un mundo en el que algunos se desengañan al verme pero la mayoría prefiere decir que me ama y seguir ahí, nebulizados en una idiotización enfermante. Me enferman estos pibes idiotas, me enferman. Estas abejas integradas son las que en 10 o 15 años se van a rasgar las vestiduras en nombre del mercado, de la revolución, de la puta democracia, de lo que mierda sea. No hacen más que polinizarlo todo. Son los que van a ir y votar como quien compra un kilo de miel vencida sin mirar la fecha de vencimiento; son consumidores, y encima consumidores torpes. No votantes, no ciudadanos. Forman parte de un sistema de consumo y no de un sistema de cogobierno social ¿Poder del pueblo? ¿conciencia ciudadana? ellos van y “votan bien”, votan bien en vez de poner una feta de algo en el sobre, una feta rebanada de su pija igual... afuera de las casillas de votación: pibe tenés sangre en el pantalón. No, eso no va a pasar nunca. estos guardianes de la moral y la autocomplacencia protegen el statu quo de un sistema que es para algunos, un sistema llenito de barneys, amor, putas y gatos. Sin lugar para las nenitas sentadas en un escalón escrutando al payaso con desconfianza, como preguntándose qué rol tiene el dinosaurio flipador en la sociedad del hipercontrol gélido. Qué me quiere vender este hijo de puta. A qué parte de lo más preciado de mi ser tengo que renunciar para ir y abrazarlo y sentirme parte del todo. Yo prefabrico otro poquito de esa lógica y por eso no soporto esto, este lugar que ocupo. No hay lugar para barney, ni para el pelotudo que barney esconde.

Camino hasta donde está mi mochila con mis cosas. Siento el arma en mis manos, imagino el frío del caño subiendo hasta mi cabeza. 
  • Lento. 
  • Lento. 
  • Lento. 
pa! pa! pa! empiezan a caer de a uno. Desde el comunicador que tengo en mi oreja escucho las palabras del director de cámaras en el estudio: ¡Barney la puta madre que te parió, es el tercer ataque existencial que te viene en un mes sorete hijo de puta! Siempre que escucho la voz en off no puedo evitar pensar en dios. Ahora me doy cuenta de eso. Dios me habla. No lo veo pero me da órdenes y trata de decidir sobre mí. Me cago en él: barney no tiene por qué obedecer a dios, señores: Hoy barney va a improvisar. Hoy barney se caga en el libreto.

Camino entre un charco de agua oscura que supongo meo de niño. El líquido que humedece el pantalón deportivo del niño debe ser orín pero ni eso o el miedo impiden que ese pibe sea hijo de un verdadero hijo de puta. Los espejos y la paternidad son abominables porque multiplican el número de los hombres, leí el otro día. 
¿Qué puede salir del semen de un tipo despreciable? 
¿Qué pasaría si un barney se dedicase a matar a todos los hijos de puta antes de que estos crezcan y cuando aún son pendejitos risueños vidaperfecta? 
Niño jesús estaría orgulloso. Quizás yo sea el mesías que nuestra sociedad proyecta. La idea me revolotea por la cabeza. Bsss. Bssss. dios. A mi me tocó cargar con los pecados del mundo.

Cada uno tiene el peso para sus hombros. Nada. Me cargo tres pibes como quien se carga la caja de puchos en el bolsillo. Todavía tengo balas pero no hay más niños. Sólo pude limpiar a los congelados de pavor, a los de días contados, a los de hilo más corto. Siempre es así, supongo. En el escalón de siempre la rubiecita de siempre mirándome. Su cara no hace un gesto. Le dan lo mismo los cadáveres de esos niños. Le da lo mismo el sonido de las balas rebotando contra los huesos.

Me acerco.

Es una imagen hermosa la que sostenemos por unos segundos. Ella me mira impávida y yo de rodillas le apunto a la cabeza. ¿Qué sabes vos que yo no sepa? ¿A dónde vamos después de esto?
El caño del arma es mi mano jugando con su cerquillo. Te amo. O alguna vez te amé en el pasado y esto no llegó a suceder nunca. Después me doy vuelta. Seguir viviendo. Como siempre la esperanza en el fondo de las cajas. Me gustaría preguntarle qué hago con esta erección colgando de las piernas. Estoy seguro de que ella tendría la enferma respuesta. Soy lo que queda después de un ser humano. Me hice las preguntas incorrectas en el momento incorrecto. 

Ahora es tarde. El caño entra en la boca de barney y por un segundo o dos no escucho más nada. En todo caso ha sido un gusto, amigos. Pienso en ezra. Me gustaría que el final de mi historia sean sus versos.

i have tried to write paradise

do not move

let the wind speak.

that is paradise.

let the Gods forgive what i

have made.

let those who i have loved try to forgive

what i have made

Un celular suena. Mi cabeza rebota contra el piso. La niña sigue ahí sentada. No sé cómo hice para escribir este cuento. Ya olvidé qué era lo que me ataba a este mundo.


* autoría conjunta con el gran Monti

Comentarios

También podés leer