Srce Pojdel y lo antinatural

El humano ha exagerado sus consideraciones respecto a su salud, hasta la trata como si fuese un valor en sí mismo y no un medio para hacer llevadera otra cosa más importante. No es nuevo aquello de que cuánto más defensas induces a que tomen tus enemigos, más los debilitas. Si se cubren a la derecha liberan la izquierda, y viceversa, porque en su afán de cubrir todos los flancos no cubren ninguno y son entonces totalmente frágiles. Vulnerables. Tal vez en el exceso de defensas sobre nuestro cuerpo, lo único que estamos haciendo es debilitarlo, propiciando su indefensión genética. Y no digo que sea antinatural el cóctel de medicamentos que la sociedad medicalizada propone, no digo que esa medicina cosmética dedicada a curar cosas que no son enfermedades (como el bendito insomnio sin el que Homero hoy no sería recordado) esté reñida del espíritu del ser humano. Digo que es innecesaria, y en tanto innecesaria, desechable.
La naturaleza del ser humano, si es que así podemos llamarle, es lo que tenemos del humano en este momento, ese es el fatídico destino indeclinable al que la cosa que es el animal humano ha arribado. No existe tal cosa como un humano antinatural, puesto que todos somos la versión acabada de miles de maquetas de homúnculos que estuvieron antes que nosotros y que fueron evolucionando hasta hoy. Y seguirán evolucionando las versiones hasta hacernos ser una maqueta del homúnculo que dió lugar a otro ser. Nada de lo perteneciente al ser humano puede, por definición, no pertenecer al ser humano. Cuando escucho que los atroces crímenes de guerra son calificados como algo "inhumano" o "antinatural" no puedo más que sonreír y pensar que si algo le sucede al humano, es porque le pertenece, porque está en su natura. No existe cosa tal como un humano aséptico, sin polución alguna, vamos a tener que enfrentar lo que somos. Esa naturaleza turbia de criatura enbebida en pasiones, contradicciones y paranoia que el humano es. La voluntad de los hombres siempre será quemar su casa y modificar artificialmente su cuerpo, el artificio está dentro de la naturaleza del humano.

Este inquietante aviso que Srce realiza aparece reseñado por Sergio Osta, el traductor, quien añade que, a su juicio, "el artificio del que habla Pojdel se manifiesta en extremos deleznables de una cultura fast food que hasta llega a poner implantes mamarios donde no van, en caso de ser necesario. Y todo lo invade hasta que la unicidad del ser quede sin dudas desplazada y se parezca a otra cosa, otro hombre de plástico, un hombre desconocido y lúgubre que nos viene a decir ´estás fuera de moda´, pues la reflexión constituye eso, no estar a la moda".

Pero sigamos con Srce:
"Forzar el error aparece como una oscura salida al complejo de escaleras que vivimos diariamente, una época en la que todo parece estar tan programado que la única forma de exponerlo que tenemos es obligar al sistema a fallar. El mecanismo viene a ser algo así como programar una calculadora para que cada tanto haga mal sus cuentas y nos dé resultados equivocados, un sistema que sólo admite en la preconcepción de sus resultados no puede ser cambiado sino preconcebidamente.

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