Astiz, “el ángel de la muerte”

Vamos a conocer el prontuario del “ángel de la muerte”, Alfredo Ignacio Astiz

Legajo

Astiz quedó inmortalizado en la peor historia política argentina por su participación en el centro de detención clandestino montado en la ESMA y por haberse infiltrado en organizaciones de derechos humanos.
Personificó en 1977 a Gustavo “rubito” Niño, supuesto familiar de un desaparecido. Infiltrado entre un grupo de madres de desaparecidos que se reunía en la Iglesia Santa Cruz, juntó información hasta que su exposición fue tan alta que se dio de baja la operación.
Como temían que ese grupo de doñas de iglesia se dé cuenta que él era un topo armaron un plan para desaparecerlas. Así fue como “rubito” llegó a la iglesia y abrazó a doce madres y activistas, que quedaron señaladas por su entregador.
Un grupo de tareas se llevó a las señoras a la EScuela de Mecánica de la Armada, el centro clandestino de detención más representativo de la época. En la ESMA se estima que hubo 5.000 personas detenidas durante esos años, menos del 5% sobrevivió para contarla.

Víctimas de ese día

Allí las torturaron y les dieron una dosis de pentotal, tras lo cual las subieron a un vuelo de la muerte y las tiraron en Río de la Plata. Algunos de esos cuerpos aparecieron en 2005 enterrados NN (nomen nescio) en el cementerio de la Provincia de Bs As. 
Entre este grupo de desaparecidos había dos monjas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet, posiblemente de las cosas más lejanas que puede haber a un terrorista comunista que pone bombas… daños colaterales
Por el secuestro, tortura y desaparición de ellas, el Estado de Francia condenó in absentia a este reo que hasta hoy dice ser un perseguido político...
Gustavo Niño, el personaje que Astiz armó para infiltrarse, desapareció al mismo tiempo que las mujeres. Durante varios años se lo incluyó en las listas de desaparecidos por cuyas vidas se reclamaba.
Ya antes varias madres le habían advertido “no vengas, vos sos joven, te van a hacer desaparecer” y cuentan que hasta estando en tortura, la Hermana Alice preguntaba por su suerte de sus compañeros. 

Quién diría que secuestrar adolescentes rubiecitas era más fácil que ir a la guerra.

Ese no fue el único crimen internacional en el que estuvo implicado. Unos meses antes asesinó a una adolescente sueco-argentina sin militancia política conocida y que jamás había tocado un arma en toda su vida, Dagmar Hagelin.
Hagelin, de apenas 17 años, cayó en una ratonera armada para su amiga, requerida por el régimen. Las confundieron porque las dos eran rubias, cuando le 
apuntaron con armas intentó escapar hasta que Astiz le tiró por la espalda y la secuestró metiéndola en la maleta de un taxi, contra lo que ella se resistió, según cuentan las crónicas. Unos meses más tarde ya nada se supo de estar jovencita literalmente desaparecida por ser rubia. El caso fue tan notorio que hasta el entonces presidente de Estados Unidos, James Carter, y el papa Juan Pablo II hicieron reclamos ante el Gobierno argentino.
Al año siguiente, Astiz se infiltró entre un grupo de argentinos exiliados en Francia que querían boicotear el Mundial de 1978. Como era un bruto lo descubrieron pero gracias a sus contactos pudo escapar vía tren a Alemania, antes de que lo entreguen a las autoridades francesas.
Unos años más tarde Astiz tendría una olvidable participación en esa locura llamada Guerra de Malvinas que los militares inventaron para eternizarse en el poder.
A pesar de haber sido "entrenado para matar", como contó alguna vez, este ex marino se rindió durante ese conflicto sin matar a nadie y mediando poca resistencia, según cuentan. 

Desaparecido en vida

Recuperada la democracia, Astiz fue beneficiado por las amnistías del gobierno y su grueso legajo en la Marina fue tragado por la tierra convirtiendo su nefasta experiencia en la de un fantasma casi mítico.
Fiel a su ideología criminal, no sólo no se arrepiente de nada sino que se proclama “perseguido político” y se golpea el pecho diciendo que “nunca voy a pedir perdón por defender a mi patria”. No sabía que su destino sería el de un desaparecido en vida, un tipo que nadie quiere cruzarse. Hasta 1990, cuando en Francia fue condenado a perpetua y nunca más pudo salir de Argentina por la alerta de Interpol, cuando no sabían qué hacer con él lo subían a un avión y lo mandaban a Miami. 
Desde ese entonces pasó casi en calidad de refugiado por ser amigo de militares en distintas dependencias, como cuando le hicieron un bulín en las oficinas del Servicio de Inteligencia Naval. 

A pesar de que gracias a las leyes de amnistía era un hombre libre, Astiz no podía pisar la calle ya que al ser reconocido la ciudadanía le devolvía amor en forma de puteadas, escupitajos y hasta golpes. 
Es curioso como durante años la justicia le conmutó una condena que la sociedad argentina no. 

Piñas van piñas vienen

Durante los años 90 y mientras estaba refugiado en la chacra de un amigo en Gualeguay, Entre Ríos, tuvo la idea de ir a una discoteca. 
Cuentan las crónicas que no llegó a estar una hora en el lugar hasta que una joven de 17 años lo reconoció y arremetió contra él con insultos. Astiz atinó hacer un además para quitarse a la joven de encima y de inmediato fue rodeado por jóvenes del lugar que casi lo linchan.
Entre una lluvia de saliva y gritos de “asesino”, “hijo de puta”, “torturador”, fue sacado por los guardias del lugar. 
Suerte parecida corrió cuando quiso pasar unos días en Bariloche. Esta vez fue un hombre quien se le acercó y educadamente le preguntó su nombre, para luego sí descargar un par de trompadas en la cara del represor. 
El día se conmemora todos los años

En una tercera ocasión Astiz fue reconocido en su vehículo ingresando a Capital Federal. El conductor le tiró su auto encima y se bajó y lo invitó a pelear mientras le pegaba patadas a la puerta del vehículo. Todo esto siempre contrastó con la protección que distintas armas del ejército le proporcionaron durante años. 

Perpetua

Con los cambios de gobiernos las leyes de punto final y amnistías fueron borradas y gracias a eso este represor está preso desde 2003. Jamás colaboró con la justicia de ningún país ni admitió sus crímenes. 
En 2011 le dieron perpetua, en el marco de la megacausa de la ESMA, por la cual recibió condena junto con varios de sus compinches.
Hace poco fue visitado por miembros del Gobierno
Hasta hoy Astiz no reconoce los tribunales civiles y reclama que “si quieren que explique lo que hice, que me juzgue un tribunal militar”, contando con el apoyo público de parte del partido de Gobierno en Argentina, quienes hace poco organizaron una visita carcelaria a él y a los represores de esas épocas. 

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