Duelos en Uruguay

Durante el siglo XIX ya hubo casos de duelos en Uruguay, ninguno de ellos comprendido por la ley casi siempre siguiendo la herencia cultural de las migraciones europeas. Muchos de ellos directamente a faconazos entre gauchos.
Batlle y Ordoñez y Beltrán protagonizaron el duelo más famoso del país
En 1815, el Cabildo de Montevideo promulgó un decreto en las Provincias Unidas del Río de la Plata prohibiendo este tipo de prácticas "bajo pena de muerte al que lo ejecutare ya como desafiador, desafiado o padrinos".
A pesar de esta prohibición existían algunos duelos, los más relevantes fueron el de Juan Zufriateguy y Juan Antonio Lavalleja, en 1827 y sin heridos. Otro recordado fue entre el periodista argentino Benito Neto y el prócer de la educación uruguaya José Pedro Varela, que tuvo lugar en la Buenos Aires de 1872 y sin que tengamos que lamentar víctimas. 
Peor suerte corrió el teniente del ejército, Joaquín Tejera, que murió de un tiro a manos otro teniente, Guillermo Ruprecht, en 1892. Eugenio Garzón y Carlos María Ramírez se retaron en 1894 a pistola pero sin consecuencias.

Ya en el S XX

En 1902 el poeta Guzmán Papini y Zas retó a Federico Ferrando por una furibunda crítica literaria que consideró ofensiva para su honor. 
Ferrando tuvo un pequeño contratiempo que le impidió asistir al duelo cuando uno de sus padrinos, el prócer de la literatura uruguaya Horacio Quiroga, le pegó un tiro limpiando su arma antes del duelo y lo mató.
Pistolas usadas en el duelo Batlle - Beltrán, belgas de retrocarga, calibre 9 mm, marca Flobert
Quizá el duelo más famoso de la historia del país fue el que enfrentó a José Batlle y Ordóñez y Washington "pichón de águila", como lo había bautizado Carlos Roxlo, Beltrán, fundador, propietario y director de El País. Beltrán se había despachado con un editorial poco elogioso sobre Batlle y Ordóñez, a quien señaló como “el que firmó un decreto que no osaron suscribir ni Santos ,ni Varela declarando que los policías podían y debían intervenir en política electoral”.
Entre otras cosas, añadió que el político colorado también fue “el que formó los desfiles de la policía a base de soldados disfrazados (…) el que quemó el voto secreto que libera al obrero del patrón y al funcionario del gobierno”. Iracundo, el dos veces ex Presidente de la República (1903-1907 y 1911-1915) lo retó tras semejantes diatribas; "Como Batlle era el ofendido, fue quien eligió las armas. El ex presidente era un experto tirador, Beltrán nunca había empuñado un arma de fuego, sabía sí esgrima", describió Fischer, autor de “Qué tupe”, un libro que recoge detalles del famoso duelo. 
Beltrán, un ateo que prohibía que la palabra “dios” se publicase con mayúscula en su diario, salió 
por última vez de su casa ese viernes santo a las 5 de la madrugada, se justificó con un supuesto partido de tenis, para no preocupar a su esposa, embarazada de 7 meses, esperando el cuarto hijo de la pareja. 
Beltrán y Batlle se encontraron en el Pq Central, el Estadio en pie más antiguo de América, donde apenas dos años antes Abdón Porte, Nº5 de Nacional, se había suicidado en el círculo central del campo, deprimido porque no jugaría más en el club que hoy tiene una tribuna de ese mismo estadio con su nombre. Un dato curioso de esa mañana fue que uno de los padrinos del duelo fue el padre de Antonio “taco” Rodríguez Larreta, escritor uruguayo de fina pluma. Otro dato raro es que el fallecido escritor y Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gob de la Ciudad Autónoma de Bs As, tienen parentesco familiar. Cuestión que esa mañana, después de un par de suspensiones por lluvia (no se mata en lluvia), "pepe" Batlle mató a Beltrán. 
Para el Código Penal de 1889 el expresidente era un asesino, de hecho llegó a estar algunos días preso. Como las leyes los hacen los que tienen el poder y los que tienen el poder nunca pierden, el 6 de agosto de 1920 el Gobierno de Baltazar Brum promulgó la Ley 7.253 que reglamentaba el duelo, con efectos retroactivos ya que permitía algo antes prohibido. De esa manera el homicidio pasó legalmente a ser resultado de una contienda comprendida dentro de los límites de la ley. 
Desde ese entonces los duelos comenzaron a ser publicitados y trasmitidos por radio y prensa escrita como quien habla de un deporte
La reglamentación decía que los duelos debían ser a primera sangre, pero que si en una de esas se infiriese la muerte de alguno de los duelistas, el sobreviviente quedaba exento de algún tipo de tipificación penal. Batlle, quien se negó a declarar y dijo no conocer a Washington Beltrán, cumplía años los 21 de mayo. 

Paradojas

Quiso el destino que ese 21 de mayo de 1920, siete semanas después del asesinato, Elena, esposa de Beltrán, diese a luz a la cuarta hija de la pareja.
Casi 80 años después, en 1999, el hijo del occiso, Washington Beltrán Mullin, director del diario fundado por su padre, escribió un editorial en el que convocó en el balotaje a los blancos a votar por Jorge Batlle Ibáñez, sobrino nieto de “pepe” Batlle. Esta convocatoria fue considerada importante para definir una elección muy apretada en ese entonces. Unido más por el espanto ante la posibilidad de un Gobierno frenteamplista que por el amor entre partidos, Beltrán escribió:

"Vivimos la tragedia de una niñez ensangrentada. Pero nos formamos, bajo la dirección de nuestra madre, en un hogar en el que la filosofía cristiana nos inmunizó contra el odio y nos hizo invulnerables al llamado de la vindicta."

Los últimos duelos

En 1924 se batieron a duelo con pistola el Coronel Riverós, Ministro de Guerra y Marina de José Serrato, y el dirigente colorado y ex presidente (hasta el año anterior) Baltasar Brum. Este último había hecho durísimas críticas al proyecto de Riverós de instaurar el servicio militar obligatorio y por eso el duelo, que tuvo lugar en la quinta del Domingo Veracierto y en el cual Brum bajó su arma sin disparar, mientras que Riverós disparó al aire, terminando la escena con algo de civilización. 
La anteriormente reseñada no era la primera vez que “pepe” Batlle se batía a duelo, un año antes peleó contra Juan Andrés Ramírez (hijo de Gonzalo Ramírez [el de la calle] y abuelo del abogado Gonzalo Aguirre Ramírez y de Juan Andrés "gomina" Ramírez Turell), a punta de pistola y sin que ninguno dañe a su contrincante.
El tema de promocionar los duelos cambió en 1953 cuando se prohibieron las trasmisiones radiales de estos eventos, con motivo de un enfrentamiento entre Alfeo Brum, entonces Presidente del Senado y Ulises Pereyra Reverbel, un periodista opositor políticamente.

En 1957 Luis Batlle Berres, padre de Jorge, integrante del colegiado que gobernaba, lanzó comentarios contra el ejército uruguayo, al que consideraba inservible. El Gral ultraderechista Juan Pedro Ribas, abuelo del DT de fútbol Julio “gladiador” Ribas, ex ministro de Defensa, lo retó a duelo. Ribas era un excelente tirador de sable, le dio una estocada en el pecho a Batlle Berres que casi lo mata. El mismo Ribas participaría de otro duelo en 1971, esta vez frente a su camarada el General Líber Seregni, líder del Frente Amplio. Este duelo había sido solicitado por Seregni como respuesta a las acusaciones de Ribas, que lo trató de “traidor a la patria que ampara a los comunistas”. El cruce fue en un regimiento militar de Pando con pistolas y sin heridos. Se tiraron una vez y en la segunda ronda Ribas se tomó unos segundos para apuntar, lo cual estaba prohibido, por lo que el duelo terminó así.
A los pocos meses hubo otro duelo más. El ex ministro del Partido Nacional y luego diputado del Frente Amplio, Enrique Erro, combatió con el brigadier Danilo Sena, Ministro del Interior. Se tiraron un par de veces sin mayores consecuencias. 
Un año antes de estos dos últimos duelos, en 1970; Julio María Sanguinetti se batió a duelo con Manuel “Maneco” Flores Mora, padre de la directora de cine Beatriz Flores Silva. Cuenta la historia que en 1968 Jorge Batlle era director de Acción, cuando “maneco” lo acusó de haberse beneficiado económicamente al saber de antemano que el peso uruguayo devaluaría. Jorge no estaba en el país así que Julio María, subdirector de Acción, le dedicó un encarnizado editorial a Flores Mora además de retarlo a duelo. Dos años más tarde, en 1970, tuvo lugar el combate. Sanguinetti, hábil esgrimista, hirió con su florín a su adversario en una mano.
Hubo que esperar algunos meses a que Flores Mora se recupere de su lesión para que Jorge Batlle, que también lo retó se bata a duelo con “maneco”. Cuentan que este combate fue una carnicería en la que ambos se provocaron varios cortes hasta que todo terminó con saldo de empate. Sanguinetti tenía un historial en el tema ya que lo habían retado muchas veces, la primera en 1959 contra un jefe de policía acusado de corrupto, en un duelo que “el ceja” no aceptó.
Otro que rechazó muchos duelos fue Wilson Ferreira Aldunate, gran provocador, con carácter e ideas fuertes. Solía recibir padrinos que políticos colorados le enviaban y siempre se negaba a pelear aduciendo su condición de católico o que no podía aceptar el reto porque sus presuntos ofendidos no eran caballeros. A finales de 1983, el intendente de Montevideo nombrado por la Dictadura, Juan Carlos Paysse, se retó a duelo con el ultraconservador Pablo García Pintos, ambos ultraderechistas del Partido Nacional. El tribunal de honor no autorizó el duelo y la revista que informó esto fue censurada por relatar la disidencia. 

Fin de los duelos

En 1990 tuvo lugar el último suceso de esta índole cuando el entonces inspector de la policía Saúl Clavería retó a duelo Federico Fasano Mertens, director de La República, quien lo había señalado como integrante de una red de contrabandistas y narcotraficantes. El periodista declinó la invitación explicando que “aceptar batirme a mano armada con otro ser humano no entra en los códigos de conducta que elegí para mi azarosa vida”. Añadió que el hecho “repugna mi conciencia y estremece mis neuronas”, y que de verse obligado a hacerlo, no intentaría defenderse y se dejaría matar. Finalmente, Fasano aceptó el duelo pero éste no se llevó a cabo ya que Clavería no se presentó. Ese día, Fasano, director de un diario de izquierdista, puso como padrinos a los directores de los diarios de la competencia, de derechas.
En 1992 la ley 16274 prohibió finalmente los duelos en Uruguay, 30 años después que en Argentina, si queremos tener alguna referencia cercana geográficamente. 

La noche de la nostalgia

Para 1999 Luis Lacalle Herrera, cuya administración sanción la citada ley, escribió una carta a la Suprema Corte de Justicia expresando que “Derogada la ley de duelos, recayó en el Poder Judicial la exclusiva tarea de defender el honor del particular, arbitrariamente vilipendiado, reparándolo en esos casos y condenando a quien lo lesionó ilegítimamente”. A su parecer y en un tono un poco nostálgico, el ex Presidente consideró que “Es notorio que han fracasado en tan básica misión. Nadie, no yo, nadie que haya sido agraviado en su honor ha encontrado una tutela en el Poder Judicial”. 
No fue el único nostálgico, su ex vicepresidente Gonzalo Aguirre (el nieto de Juan Andrés Ramírez, aquel que se batió contra duelo contra Batlle y Ordóñez….) también sentía algo de nostalgia, ya que escribió un editorial en 2005 diciendo que “siendo los legisladores irresponsables por sus actos funcionales, los lesionados por sus dichos públicos no podrían llamarlos a responsabilidad en vía judicial. Ni al duelo podrían apelar, tras la errónea derogación de la ley de duelos, en 1991(sic)”. 
Pero no es patrimonio exclusivo del Partido Nacional esta nostalgia. El comunista Eduardo Lorier fue acusado en 2010 por un miembro de Asamblea Popular de ser un “travesti político”. A lo que respondió públicamente diciendo que “quizás algún día se pueda recuperar la Ley de Duelos para zanjar este tipo de cosas como se debe. Nosotros no podemos dar el mal ejemplo ni contestar esas barbaridades ni tomar medidas personales”. Otro que alguna vez se lamentó de que no haya Ley de Duelos fue José “pepe” Mujica” y con este link cerramos el post.

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