Ontología del error II

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cuestionarse si todo error debe ser reparado, corregido u olvidado (cualquier cosa que asuma que a su condición inherente de fallo hay que atacharle también la de negarlo como parte de nosotros) puede asumir un valor capital a la hora de considerar objetivamente nuestros comportamientos. esto es, no todo error es pasible de ser nada más que un error. el hecho de que algo sea, en principio al menos, negativo o erróneo no nos otorga la potestad de creer que sólo puede afectarnos de ese modo. Puede ser útil asumir la premisa de que "no se trata de lo que nos pase o hayamos hecho sino que se trata de lo que haremos a partir de eso", del mismo modo creo necesario comprender que somos errores, en parte al menos. muchos de nosotros aprendimos más de cosas negativas que nos sucedieron que de cosas positivas, el error, el defecto y la incapacidad se desdoblan en su condición virtuosa. al mismo tiempo cometer un error no nos convierte a nosotros en uno, solamente el error pasa a través nuestro, como la virtud puede hacerlo en cualquier otro caso.
en planteos así relativizamos los hechos, entendemos (como kant) que los hechos de por sí no son nada, que todo es una interpretación subjetiva, y que al mismo tiempo esa interpretación no puede serlo todo, porque necesita de un hecho al que poder interpretar.
podemos haber cometido el peor error de nuestras vidas, pero eso no nos excluye de la posibilidad de volver a comertelo una y otra y otra y otra vez. en elegir el error seguramente radique algo del valor que una vida puede tener, cualquiera elije creer que está acertando, no muchos quieren elegir algo que a priori parece un error. pero los finales son inciertos y al parecer vivimos una vez o dos, y lo que importa capaz que es saber aprovechar y no el sentarse a llorar por lo que no fue




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