Ontologías: Las multitudes
Hay algo en la multitud que a uno lo acoge, lo seda. Hay un espíritu anónimo en la uniformidad urbana que reconforta de un modo difícil de describir cierta ansiedad que nuestra piel procesa cuando cada cara es familiar y cada esquina un lugar. En el anonimato hay una técnica de invisibilidad que ni el diablo conoce o puede aprender, una habilidad para nunca perdonar la cobardía y la traición, para correr al unísono, uno pegado al otro, sin saber nuestros nombres, como niños que juegan juntos en una plaza. Es ahí, en esa producción biológica en serio que se mueve temerosa y salvaje sin meditar demasiado sus pasos, donde algunos encuentran el agua sobre la que nadar y otros ven el infierno mismo del barullo citadino que no permite que la cabeza se asiente. ¿Yo? Yo no tengo interés alguno, mi opinión es una en el montón, individualidad mordida por la multitud hasta convertirse en grillo aburrido, gota en la frente.
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