El nombre propio


El nombre propio, ese que es "mi nombre" y no el tuyo o del resto. Vos podés llamarte igual pero "mi nombre" es mío, ambos podemos llamarnos igual, pero un aura emanará de nuestras letras, los dos podemos ser Carlos Gomez, o Gonzales, incluso compartir el segundo apellido. ¿Y qué nos diferencia? ¿y porqué tenemos que poseer un nombre? ¿quién o qué posee a quién o qué?
¿Yo tengo un nombre propio o el nombre tiene un cuerpo propio?
Es intríncado desnombrar la cosa, pensarla sin su nombre y corporeidad.
Los psicologos afirman hace años que durante la adolescencia hay una etapa en la que el sujeto tiene una pulsión refleja por escribir su nombre por todas partes, y a esta pulsión le denominan "creación del yo". Suponen que escribiendo su nombre muchas veces, lo que el adolescente hace es reafirmar su personalidad; ¿qué parte de una palabra tiene que ver con nuestra personalidad? ¿porqué le dimos ese poder a una palabra?
El nombre propio no es otra cosa sino una mísera palabra (Ecce hommo, F Nietzsche)
Bueno, y es precioso lo de Nietzsche, pero qué si esa mísera palabra que menciona Federico es una palabra en la que nosotros comportamos características. ¿A cuántos nombres le vemos pinta de algo? ¿Qué es eso? Al parecer el nombre se subyuga ante el poder de su creador, toma vida y apariencia propia; características tentadoras y abstractas. Tal y como muchos de los distópicos han soñado y pergeñado por años, tal como ese día X maldito en el que la máquina tomará vida propia y se rebelará contra el creador humano. Tal así será el día en el nombre propio se nos rebelé, se nos dé vuelta como una media y nos ataque; tratando de aniquilarnos para quedar sólo, para sobrevivir por su cuenta.
Ese día puede que el mundo esté poblado no de personas, sino de nombres propios.

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