El fin de la primavera

Algunos autores como Dolina o Thomas Mann exigen la necesidad de la inexistencia para que exista el amor perfecto. El amor platónico es, cuando existe, perfecto porque no existe. Es perfecto porque lo único que tenemos que hacer es evitarlo. Para ser perfectos amantes tenemos que evitar que nos descubran imperfectos, y la mejor manera para eso es no existir. Una opción no tan cobarde como aparenta, bien podrían decir que quien no se anima a amar no se atreve a nada en la vida; pero creo que duro aún es amar sin ver, amar sin saber. Digamos que lo mejor de alguien sería que no le dimos tiempo para que nos muestre lo peor. El amor se convierte en un sacrosanto entonces... El amor para mi es una costumbre; un pasatiempo de quienes tienen ocio.

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