La escondida...
Jugar a la escondida no es algo sencillo o banal. Los niños lo hacen como todo un ejercicio de liderazgo y astucia. Es un juego que abre la mente.
Cuando era niño y con algunos amigos jugábamos, tras el éxtasis del juego, sentados frente a las fogatas de cada sábado que hacíamos aleatoriamente en los fondos de quienes teníamos fondo en nuestras casas, contábamos relatos extraordinarios sobre temas como la propia escondida por ejemplo. Era por ej. extraordinario el de la leyenda que cuenta que una vez habrá en unos de los mundos que vivimos por mundo nuestro, un liberador, un último escondido que será el encargado de librar a todos, de hacer la pica por todos los cumpa´s del planeta que ya han sido picados por el que la quedaba; algunos dicen que un político, otros dicen que un publicista, otros dicen que el reinado que quien la quedaba e iba picando uno por uno a cada escondido del planeta (algunos mejor escondidos, otros para nada bien escondidos) iba cambiando de mano en mano hasta llegar al picador de turno que se enfrentará en una carrera infernal y temeraria contra el encargado de la liberación, el último escondido, un tipo que teniendo todo el planeta para esconderse se escondió sobre una avenida, tirado, mal vestido y disimulando, fingiendo nada tener que ver con el tema.
Otros contaban historias maravillosas sobre pibes invisibles o anamórficos que se camuflaban entre paredes y demás cosas. Pibes con súper poderes que los utilizaban para esconderse. A menudo alguno de nosotros estaba tan bien escondido que se levantaba alguna sospecha de ese tipo, lo acusaban de tener súper poderes... y era más difícil probar que uno no tenía los súper poderes a probar que sí los tenía...
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