La complejidad del ser humano radica en que sus motivaciones no siempre son conscientes o siquiera constantes, de forma que sólo podemos conceptualizar una pequeñísima parte de nuestras pretensiones sin siquiera tener muy claro si es lo que realmente buscamos.

Es un momento confuso donde caen todas las fichas juntas. Sentís que te vas y que siempre toman decisiones sobre vos. Te sugieren cosas, te lo tomás como algo personal y pensás que más vale liquidar esto ahora que después. Esta vida no la elegiste, vas a tener que improvisar para no asfixiarte. No esperás nada de nadie pero esto no significa que no puedan decepcionarte. 



Compatibilizamos estados de ánimo con experiencias previas que programaron nuestros modos de interpretar las cosas. Lo montamos sobre la vida diaria, que generalmente no deja tiempo para hacer nada que no sea la vida misma, y se nos van acumulando en igual medida: frustraciones, éxitos parciales, respiros, miedos y zonas de confort, lugares en los que elegimos "hacer la cómoda" y descansarnos en algo/alguien/lo que venga. Se caen los colores uno por uno desde el borde de la mesa.

Se pasa raya
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Y lo que sale de eso es lo que "somos", la persona.

Y, ¿sabemos manipular eso? DEFINITIVAMENTE, NO.
No sabemos lidiar con lo que somos, porque sólo sabemos ser. Es muy complejo ver los hilos que hay detrás, y es posible que para poder verlos tengamos primero que suspender el ser, aislarlo de un modo aséptico como para poder asirlo, darlo vuelta y analizarlo de arriba-abajo. Asumo que recién así podríamos ver el molde con que fuímos hechos, la parte del molde que rompimos, la que estamos forzando por romper, la forma que queremos tener. 


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