Un ateo salvado por un convento


 Es directamente proporcional, si la ciudad es más grande la casualidad es más grande. Pero toparse con cosas por la vida no siempre es poético. Podíamos terminar parando en ese tipo de esperpentos corte East Point, ciudades fatuas, abusivas, desbordes de la civilización. Porque si algo no hay entre los casas fálicas y las aguas sónicas es sintonía. Edificios y playa deberían ser antónimos, East Point es un oxímoron geográfico, un despropósito vital, desperdicio de concreto y arenas.
Quiso la ruta que terminemos alojados en una suerte de monasterio, donde consumir sustancias sobre cruces o protegidos retratos papales parecía más tentador que ofrendar reflexivos rezos de carente fé en seres mágicos. Digamos que profanamos el lugar en nombre de todos esos niños violados, digamos que el asado estaba bueno, que el ataque siempre llega, pero lo bueno es que se va, como nosotros, que dejamos todo intacto, como si no existiésemos, como dioses.

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