Imaginen un título sobre lo despersonalizado del mundo
Cada uno en la suya. Alguien espera con
ansias el transporte para ir a un sitio pasajero del que van a huír con otro
transporte para repetir una rutina hasta los 70, 80 años con suerte, cuando al
fin se digan “me la pase yendo de un lado al otro sin encontrar nada”. Alguien
está sin estar, entubado a su teléfono, vamos a exagerar y hacer de cuenta que
es más que un simple sms, porque no hacerlo sería aburrido, y conversando sin
conversar, hipercomunicación, todo un grupo de gente que nunca en su puta vida
escribió tantas palabras como ahora, los sms están obligando a la gente a
manejar una tecnología más internalizada que la digital, la tecnología de la
lectoescritura. Ahora que los humanos leen y escriben más que nunca es cuando
todo un sistema educativo podría enfatizar la utilidad de la tecnología
primitiva de leer como posibilidad de representar, acercar y metaforizar el
contexto, el ser-en-el-mundo. Más que nunca es útil saber hacerse entender,
llegar a un código común (corregido) que nos permita al menos tener un mismo
idioma, y no uno disonante y disléxico, uno que cada uno usa como le viene en
gana, casi con libertad (libertad, ese crimen, qué horror). Otros simplemente
pasan, apurados para llegar a un lugar donde tienen que apurarse otro poco para
luego nunca entender qué hicieron ni dónde estuvieron. A todo esto algunos
miran la nada, con el cerebro en off y sin saber que una cámara de fotos está
robándoles un pedazo, una impresión cromática. El resto que no es esta gente
que está al pedo y en definitiva, sorda y ciega y muda, el
resto es un pelotudo blogger sacándoles una foto para luego hacer un texto
pelotudito con el que matar un poco el tiempo, y hacerse ver, que es más o
menos el correlato de ser occidental. Lo único realmente vivo de la foto es un arbusto verde y florido, incomprensible, el favorito del dueño de la casa, lo plantó hace ya 7 años...
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