Todavía no sé qué hacer con esto

No habían pasado más que unos meses de su muerte. Nérpola dibujaba sobre el sonido en su honor, claro. La ruta tersa como seda te dormía pero nosotros hace 25 horas no pegábamos un ojo. Largas meditaciones... Yo en ese entonces iba con un libro de Tolstoi a todos lados y está vez el sol te daba de cotelei, como quien no quiere la cosa, escupiendo es luz insidiosa pero bienvenida de las 6 de la mañana. El torpedo del Camry 1993 estaba lleno de promesas, con la boca adormecida trataba de escapar de esas cadenas que todos alguna vez elegimos y sonrientes nos ponemos. Ese tipo de cosas que te queman tanto como para distraerte de la náusea de existir. En una estación de servicio en Ciudad de la Costa recuerdo haber leído en el baño como dos hinchas discutían sobre los azulejos, marcador mediante. La mitad de las palabras tenía errores ortográficos y la otra mitad era un jeroglífico, sin piedra Roseta a mano.
Durante esos días, en ese momento, era más valioso detenerse al pie de la ruta y contemplar a los borrachos saliendo de un boliche que pensar en Virgilio, en Nietzsche o Madonna
Me había agarrado la manía de creer que con 24 años y algunos kmts encima ya me lo sabía todo sobre la vida... Esas desviaciones del ego que aún no me perdono... Recuerdo llegar a algún lugar de Rocha, caer por ahí al azar. Consumir alguna otra estupidez y caer planchado en la arena, seco, sin virtudes ni acento. No sé cuánto tiempo pasó... En ese entonces yo no usaba celulares, mis cadenas eran de carne y si algo les faltaba era litio, precisamente. 
Contentarse con muy poco también es un talento. No nos acostumbramos a esa muerte sino hasta dentro de un par de años... Por momentos pensamos que jamás podríamos olvidar esa sensación hueca pero pesada. Solíamos pensar que si una muerte ajena nos era tan difícil, qué podríamos dejar para una muerte propia... Durante esos días terminé de entender que ante una muerte uno llora pero no por el deceso, uno se duele porque con esa persona se va un rol que nosotros cumplíamos... Y que cumplíamos con esa persona y no con alguien más. En cada muerte muere una versión de nosotros. Y lloramos lo que lloramos porque nos despedimos a nosotros mismos un poco. Pero bueno, no nos adelantemos. Todavía lo puedo estropear mejor.

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