Sigo esperando la abducción
Algo más idílico que un cardumen de pendejitos re manija,
jugando sobre un pequeño murito bajo un pino milenario
y a las piñas dos por tres
pétalos vacíos, renuncias vanas colgando de la pared
algunos con batallas personales por ahí…
La seducción de dejarse gobernar por el impulso de lo efímero
te toma años darte cuenta de que no eras tan wow
vivir en tremenda burbuja, indolente
casi tan absurdo como para crear un mundo en una cuadra
teniendo batallas personales, por ahí…
Recuerdo cuando golpearon a uno de nosotros en patota
también una pelea con 3 bananas
nunca le pegué tanto a un ser vivo,
me hice una fama a cuya altura nunca estuve…
no entiendo qué batalla personal saldé ahí.
En otra ocasión nos metimos a una casa abandonada
garuaba fino y estábamos cagados del susto
había mierda en algunas habitaciones, tipejos en nuestra imaginación
una mesa de mármol pesada y un sótano oscuro al que bajé
imaginando batallas personales ahí.
Después de algunos mates en la puerta de tu casa te curtís un poco,
y no es que haya dolido menos
es que la vida te hace olvidarte los sonidos
te toma tiempo ver que tenés pésima memoria y reputación
quemar batallas personales con hielo.
Un día te vestís con ropa que no es tuya
ves ramas que van enredándose
y entrás a una fiesta
a la que no te gusta la idea de que te inviten
nuevas batallas, nuevas personas, nuevas batallas personales…
Te despegás la telaraña como si fuera parte de tu cuerpo
sacás la cabeza por fuera del pino, dicen que se llama respirar
crecer en la periferia montevideana tiene algo de pueblo
de vivir en seis kilómetros a la redonda a que el neón te enceguezca
Sacar la cascarita a las batalla personales, están ahí…
Desnudás la luz, cerrás el circuito del sonido
fumando pinochas en papel de diario
sujetos a soportarnos por un poco de compañía
cuando ni el arrebol ni el petricor tenían nombre
cuando las batallas personales no tenían lugar ahí.
Los ojos inyectados ante una textura imperfecta y rugosa
capturando amaneceres a lo Monet
El frío remanente evaporándose era un disfraz
me gustaba abrigarme poco, con la idea de que mi piel se iba a curtir
de que estaría preparado para personas y batallas, ahí…
Me hice dos agujeros en los nudillos
a piñas contra una columna, nunca jugar al ajedrez
Un grupo de abejas tratando de crear un panal sobre la rama de un árbol random, seco
recibió una lluvia de piedras
Cambiaron de lugar para su batalla personal, no era ahí.
Cayendo y reordenándose en el aire antes de tocar el pasto,
la vida misma con la estrepitosa torpeza de quien se queja y no se va
risas hechas en serie con amigos que parecían de roble y eran de engranajes
rocanroles apelmazados, frazadas ásperas, poemas automáticos
ser insecto, batalla y persona, entender que hoy no hay más «por ahí».
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