Un disco debut que es un greatest hits
Silver Tongued Hyenas acaba de editar "Strings", su disco debut, una poderosa oda stoner que nos persuade con distorsión y energía.
Comenzar esta reseña diciendo que Strings es un álbum impresionante y sólido sería demasiado llano y predecible para describir ese vendaval de distorsiones armónicas y riffs claustrofóbicos que las hienas con lengua de plata transformaron en canciones para debutar con uno de los discos que mejor representa la escena stoner uruguaya en la historia.
Desde el primer acorde, la banda demuestra una gran habilidad en la creación de un sonido potente y distinto, con guitarras que te perforan, baterías tormentosas, osados bajos y voces saturadas que te dan una sensación cruda y auténtica; la convicción de que por fin estás escuchando una banda que graba como suena, sin chirimbolos ni fantasías que te alejen de la experiencia subyugante que significa la buena música.
Cada track es un corte de difusión distinto, resulta imposible elegir uno. Las canciones te dejan en transe, desde la desequilibrada "Jezebel" hasta la amenazante "Ouroboros", que nos recuerda que el rock se regenera, la esencia se repite para darle ese toque de "persona para al borde de un abismo" que hace de Strings un disco tan especial.
Porque hacer ruido es fácil pero hacer distorsión no, porque se trata de una reivindicación a la arbitrariedad, subvertir la naturaleza de una melodía para hacerla nacer y verla regresar en un pliegue sobre sí misma creando un sonido que, además de ser nuevo, será difícil de reproducir fielmente. Strings es, ante todo, un disco que cada vez que lo toquen va a sonar distinto. Y bienvenida sea esta diferencia en un mundo cada día más mecanizado, medido y predecible, donde últimamente todo parecen iteraciones de algo que ya conocimos.
La evolución de los Silver Tongued Hyenas nos da un poco de fé en que todavía existen cosas nuevas, todavía hay artistas que se preocupan por cómo suena su banda más que por la cantidad de reproducciones que puedan tener en esos neo-déspotas-pop de la industria musical que son los dispositivos digitales. Ya dijimos que ser stoner en Uruguay es como ser murguero en Inglaterra, pero la frase tiene que ser leída como un elogio porque cuando hacés las cosas bien las etiquetas son una frívola taxonomía que apenas transporta algo de lo que sos. Strings es la purísima verdad; no existe desafinar, estamos vivos (o eso nos gusta creer) y sometidos a constantes imperfecciones. Somos ese "público objetivo" (espantosa denominación) que no busca que todo calce milimétricamente, que no se pone ansioso cuando la pared no está flamante, impoluta. Y celebramos un disco como este, con claroscuros poéticos y vibrantes, con un toque de profundidad necesario para que la soledad, angustia y adversidades cotidianas formen a partir de hoy un poco más parte de la naturaleza de nuestra existencia.
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