Dueño de lo normal

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"Tener poder es ser el dueño de lo normal."
Pedro Saborido

Introducción

El concepto de poder ha sido objeto de reflexión, debate y análisis a lo largo de la historia de la humanidad. Se ha abordado desde diversas perspectivas, como la política, la sociología, la psicología y la filosofía, entre otras disciplinas. Tomando como punto de partida la tesis de que "tener poder es ser dueño de lo normal" pretendo desarrollar que aquellos individuos o instituciones que detentan el poder tienen imbricada en su esencia la capacidad de influir o digitar lo que se considera el sentido común o "lo dado" en una sociedad.

Definición de poder y normalidad

Antes de profundizar en el eje poder - normalidad, debemos clarificar ambos conceptos. 
El poder refiere a la capacidad de una persona, grupo o institución para influir en conductas, normativas, sensibilidades, decisiones y percepciones de otros individuos o grupos, generalmente más amplios que el primero, según la evidencia histórica. Dicho en otras palabras; pocos individuos controlan a muchas personas. El poder vendría a ser la principal herramienta para ello, y es simbólica. 
La normalidad, por su parte, es una construcción social que establece las expectativas y estándares que se consideran mínimos aceptables en una sociedad en un momento y lugar dados. Es la conducta average de un ciudadano. Lo que viene seteado por default y de cuyo canon no podemos ir muy lejos en tanto seremos "anormales", "locos", o "desviados". Nada de esto parece gran cosa, se sobreentiende que el común de la sociedad debe encajar dentro de los patrones de "lo normal" ya que esto convierte al individuo aislado en un ciudadano funcional, con una tarea más o menos asignada y un horizonte de expectativas tenuemente delineado. Lo normal varía según el contexto cultural, histórico y geográfico.

Influencia del poder en la normalidad

El poder tiene la capacidad de digitar o modificar el concepto de "lo normal" en una sociedad, y de hacerlo en varios niveles:
a. Creación de normas y valores: Las personas o instituciones con poder a menudo tienen la capacidad de influir en la creación y promulgación de normas y valores. Esto puede verse en la legislación, políticas públicas y decisiones judiciales que reflejan estas preferencias y objetivos de quienes detentan el poder. Para decirlo en buen criollo: hay una ley para los que tienen poder y otras para quienes no.
b. Estigmatización y marginación: Aquellos que carecen de poder pueden ser señalados o centrífugados de los centros de poder, lo que lleva a que sus identidades y conductas se consideren anormales, desviadas o inaceptables. Esta estigmatización a menudo viene acompañada de discriminación y exclusión.
c. Definición de lo aceptable: Las élites políticas y económicas pueden determinar lo que se considera aceptable o deseable en términos de comportamiento, consumo, moda, pensamientos y valores. Esto puede llevar a una homogeneización de la cultura y la sociedad, ya que se fomenta la conformidad con las normas impuestas por aquellos que ocasionalmente ocupan el poder. En este apartado es importante remitirse a Gilles Deleuze, cuando escribió que "Control es el nombre que Burroughs propone para designar al nuevo monstruo, y que Foucault reconocía como nuestro futuro próximo."

Ejemplos históricos y contemporáneos

El apartheid en Sudáfrica: Durante el apartheid sudafricano, el gobierno impuso una división racial que definía lo normal y aceptable. Las leyes de segregación racial establecían una jerarquía en la que los blancos tenían un poder significativo sobre los no-blancos, lo que llevó a la normalización de la discriminación racial y a su estipulación legal basada en decretos y normativas absurdas como que haya bebededos públicos separados según color de piel.
La influencia de las redes sociales: En la era de las redes sociales, las grandes empresas tecnológicas tienen un poder significativo para definir lo que es normal en términos de comunicación, interacción social y consumo de información. Se hace necesario que existan políticas de contenido para que los discursos de los usuarios sean canalizados dentro de ciertos estándares que, más o menos, viabilicen un diálogo que no fomente discursos de odio. La capacidad de estos permisores normativos para regular, sugerir o moderar el contenido en línea influye en la percepción de lo que es aceptable e inaceptable en la hiperaldea digital de hiperintensidad digital.

Conclusión

En resumen, el poder y la normalidad están intrínsecamente vinculados, y aquellos que detentan el poder tienen la capacidad de moldear lo que se considera normal en una sociedad incluso haciéndolo a través del medio de comunicación que eligen para trasmitir sus normas, preceptos o valores. Hay que recordar que El Medio Es El Mensaje / Masaje. Este poder puede ser utilizado para moldear valores, normas y comportamientos, a menudo en beneficio de quienes lo poseen. Es crucial reconocer esta relación y promover la participación democrática y la diversidad de perspectivas para evitar la imposición de una única versión de lo normal. La reflexión crítica y la conciencia de cómo el poder influye en nuestra percepción de la normalidad son pasos importantes hacia una sociedad más justa y equitativa.

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