La memificación de Ricardo Fort

Memificado
Para asegurar que los cuerpos de los faraones puedan ser conservados por el mayor tiempo posible, hace miles de años decenas de culturas recurrieron a la momificación. Como no pretendo que se duerman, no hablaremos en realidad sobre cómo se momifican cosas, sino sobre un proceso similar que ocurre con algunos próceres de la cultura de masas.

A Ricardo Fort no lo mOmificaron, lo mEmificaron

Desde el primer momento de su muerte, Ricardo encontró la redención y canonización de su figura en forma de meme. 
Al igual que con los faraones, a quienes se les extraía el cerebro antes de momificarlos, a Ricardo lo despojaron de sus ideas (que casi siempre eran vomitivas) y lo ungieron de un halo de humor que nunca terminó de tener en vida.
Fort no era gracioso, era desagradable. Pero desde el día 1 DR (Después de Ricardo) su figura como predicador del malgusto se ha visto redimida, convertida en un personaje mordaz, absurdo y arrogante pero hueco. 
En vida fue un maleducado impune, medio patotero, superficial y explotador. Un jugo caribeño de mal gusto y atropellos que daba apariencia de vender lo que sea necesario con tal ni siquiera de tener dinero sino de ser famoso. 
La importancia que este proceso de memificación estriba en la desustanciación de la figura de Fort, el recipiente que porta las máximas, y sus ideas, una especie de manifiesto del pragmatismo consumista.
Embalsamado en su condición de figura tan grotesca como para causar gracia, Ricardo mantiene incorrupta su figura, una figura en realidad corrompida y que sólo en fortuitas y escasas oportunidades pudo trasmitir un mensaje siquiera coherente. El humor lava las culpas de un personaje siniestro. El divino humor le quita relevancia así a los factores más desagradables de la personalidad de este ser que vivió 
totalmente controlado por su ego.
Porque Ricardo no maneja el rating, él maneja un Rolls Royce. Ricardo no controló nunca la aceptación de las masas, controló bienes materiales suntuosos. Y las masas más que aceptarlo se burlaron de él, burla que es lo que hoy quedó latente.
Ricardo fue "la manifestación de la riqueza incivil", pero desde su muerte esa riqueza incivil se convirtió en una estupidez indolora, algo inmaculado y simpático que ya no erige un monumento a la banalidad, sino a la diversión.

Ese, amigos, es el poder de un meme: memificar. 

Hoy muchos que no vieron "la obra" de Fort en vida reciben su "legado" en forma de meme y suelen considerarlo gracioso sin antes saber bien frente a qué están. Como en La Gioconda nos enfrentamos a una obra inacabada, una obra cuyo contexto fue lavado por el paso del tiempo, una de las diferencias (hay millones de diferencias entre Ricardo Fort y la Mona Lisa, casi se puede decir que pertenecen a dos dimensiones distintas de la existencia...) tiene que ver con el poder del formato meme: Dar forma de humor a algo que no lo es, convertir lo atroz en simpático, lo absurdo en curioso. 
Hoy nos comunicamos así, usando herramientas cuyas consecuencias semióticas no tuvimos tiempo de analizar. El monstruo toma forma. 


Comentarios

También podés leer