Había cartas

No te olvides que tuviste miedo, pasaste frío, te sentiste sola en este mundo (y posiblemente lo estabas...). Te abrumó el peso de un futuro ilegible, intangible, imaginario, que parecía condenado. No te olvides que todos vivimos nuestras vulnerabilidades, distintas, con parecida intensidad. Que somos luces chocando entre sí en medio de la nada, yendo a ninguna parte, creyendo en cosas que nadie más cree, convencidos de que somos autores de algo, de que la idea que se nos ocurrió solamente se nos ocurrió a nosotros, convencidos de que nadie siente este dolor como yo lo siento y, lamento pincharte el globo: los dolores más o menos son todos el mismo. Todos los finales son el mismo repetido, como dice la canción. No escapes de tus emociones, pero tampoco des a ellas entidad rectora sobre tu conciencia y tu juicio ante el mundo que te rodea. La verdad más pura es que somos en el mundo. Los alemanes tienen un neologismo para eso: in-der-Welt-Sei (ser en el mundo). Cada uno de nosotros es quien es + su contexto. Y esta ecuación siempre da X, porque no sabemos qué sucede con eso de "contexto", es una caja negra en la que pasa cualquier cosa -literal-, desde conductas random hasta trastornos -ponele- momentáneos o prolongados que nos afectan. Por todo esto es que nuestras emociones a veces no son buenas amigas, digamos. Pero taparse los ojos para no escuchar que te gritan es una boludes, así que también es conveniente ir mirándolas de reojo, como quien no quiere la cosa, no perderles la ubicación en el GPS emocional que todos tenemos por alguna parte. Porque no tenés las respuestas nunca, te cambian los presentes siempre. 

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