Verano del `98, versión uruguaya

Vamos a recordar un crimen acaecido en el verano del `98. Veremos como un pibito puede morir por un racimo de uvas y de qué forma dos laburantes cagan su vida por la misma razón

Context

Ese verano las sensaciones térmicas fácilmente superaron los 40º. Los montevideanos de Av Italia para el sur tiene la playa cerca pero los que están del lado equivocado de la cicatriz se quitan el calor como pueden. Un grupo de 6 pibes de los suburbios de la periferia montevideana fue a darse chapuzones a un tajamar ubicado en las inmediaciones de Felipe Cardozo y Carlomagno (hoy Susana Pintos)
Estaban exhaustos cuando se hizo la hora de volver. Alguno de ellos había caminado casi 10 kmts para llegar hasta ahí. En su regreso pasaron cerca de un viñedo al que decidieron meterse para comer algunas uvas...

Cacería

A los pocos minutos de estar en el lugar una 4x4 comenzó a perseguir a los seis menores. Uno de los más chicos, Ricardo (de 13 años) vio cómo “el coco” (Miguel Ritto) corría con su remera y un ramo de uvas en un mano y se agarraba la cabeza con la otra. Desde el vehículo en marcha tanto el propietario del viñedo (Amado Bruzzone, entonces 70 años) como uno de sus empleados le tiraron a los gurises con una escopeta y un revólver, hiriendo a cuatro de ellos. 
Lo siguiente que supieron fue que Miguel Ritto, que entonces tenía 15 años, no volvió. El pibe estaba a semanas nada más de irse a vivir a Bs As, donde su tía lo esperaba para darle una mano y seguramente un futuro mejor
Al otro día sus amigos comenzaron a movilizarse por los barrios de la zona, haciendo pintadas con cal: “Coco amigo estamos contigo” y “Bruzzone asesino devolvenos a Miguel” fueron algunas de las leyendas que comenzaron a verse. 
Además, manifestaciones de vecinos hicieron público el tema, llegándose a dar una protesta frente a la casa de la familia, con piedras incluidas.
Los padres del menor hicieron la denuncia en cuestión y durante una semana la Policía investigó el tema, llegando a contar con la participación de una ‘vidente’ que dio precisos datos que más tarde coincidirían con el lugar donde aparecería el cadáver del menor.

Morir por 10 uvas 

Las alambradas del viñedo todavía tenían colgados los carteles disuasivos que rezaban “Propiedad privada autorizada a tener perros y armas de fuego. Evítese problemas” cuando un policía notó que unos matorrales escondían un claro en un campo lindero. 
Rastrillaron el lugar y descubrieron el cuerpo de Miguel Ritto, enterrado a unos 50 cmts de profundidad, boca abajo con un tiro en la nuca y en avanzado estado de descomposición. A partir de ese momento el relato de los acusados comenzó a deshilacharse.
Tras la reconstrucción del crimen pudimos saber que Miguel había sido herido superficialmente detrás de la oreja izquierda cuando perdió pie y fue capturado por sus asesinos. Lo subieron a la caja del vehículo y, lejos de prestarle atención médica, lo llevaron unos 4 kilómetros por los campos de la zona. 
En un momento, Ritto intentó escapar y se trabó en lucha con sus secuestradores, cayendo desde el vehículo en movimiento a un arroyo en la zona. Volvieron a buscarlo, lo atraparon le pegaron un tiro en la nuca. 
Más tarde y durante dicha reconstrucción, frente al lugar del entierro, el ex sargento de la Armada Miguel Ángel Mieres Caffa, le dijo a su patrón: “¿Te acordás, Pocho? Vos me dijiste matalo, matalo”. 
Bruzzone, que la venía tratando de pilotear por el lado de que los pibes de la zona le vivían robando materiales y demás argumentos propios de quien en vez de hacer una denuncia anda a los tiros (algo bastante común en la zona), no pudo sostener más su coartada y reconoció su participación en el crimen. 
Y es que en esa realidad suburbana los códigos son por momentos pre Revolución Industrial. Latifundistas (o ni eso) que las van de señores feudales, con métodos, legales o no, para enfrentar travesuras de los pibes aburridos del barrio. "Chorros" para quien nunca vio un chorro. 
Pero así como hubo vecinos protestando, también hubo un movimiento con la misma intensidad pero en el sentido contrario. Se formó una comisión de viñateros que se solidarizaron con Bruzzone, llegando a verse camiones con gente armada reclamando seguridad. 
Tras la autopsia se supo que el estómago de “el coco” tenía menos de diez uvas dentro. Literalmente murió por eso. El caso fue tan mediático que se hicieron un libro y una película inspirados en él. 
Si bien es verdad que los menores estaban en una propiedad privada hurtando uvas, la figura de la legítima defensa en Uruguay (por suerte) tiene algunas limitaciones y de ahí que la justicia los haya considerado culpables.

Hubo dos procesamientos sin prisión: Héctor Luis Liguori por encubrimiento del homicidio y Adolfo Islas por falso testimonio. Bruzzone y el exsoldado Mieres terminaron presos y fueron finalmente liberados en 2006, por la ley de Humanización y Modernización del Sistema Carcelario. 
Según una crónica de la Revista Posdata, este no fue el primer caso de Bruzzone defendiendo su viñedo con sus propios métodos. La publicación indica que vecinos de la zona dijeron que hubo otros casos de menores temporalmente secuestrados, golpeados y quienes se rapó, para que puedan ser reconocidos si volvían.
Nota con la vidente para Revista Posdata
Al poco tiempo apareció El Viñedo, rodada en tiempo récord (15 días) y con más de 50.000 entradas vendidas, la película de Esteban Schroeder y Pablo Vierci que se inspiró en este caso. 

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