El Ex-Red Hot Chili Peppers editó “Maya” su nuevo disco solista
Maya es una obra instrumental llena de samples y beats que se parece mucho a lo que sería un disco de Aphex Twin, pero poco a lo que venían siendo los discos solista de uno de los mejores guitarristas contemporáneos. Frusciante demostró que no va a calzar con el clisé arquetípico del guitarrista dolido que linda entre la sobredosis y el corchazo. El disco desconcierta a una industria que todo el tiempo dramatiza la creación, intentando convertir a los músicos en Mártires como si estuviese buscando que el artista demuestre que no es un robot sufriendo. Si querían poner al Red Hot en alguna góndola, esta vez no van a poder hacerlo. “Maya” se inspiró en la jungla, el hardcore y la música break, además de estar dedicada al gato que acompañó como mascota a John durante casi 15 años. Frusciante ha comentado que ya no tiene interés en cantar o escribir letras como solía hacerlo, así que esta obra parece ser el comienzo de una nueva etapa creativa.
El hombre que rompió el ticket para entrar el club de los 27
Cuentan que en 1988 Hillel Slovak, primer guitarrista y fundador de los Red Hot Chili Peppers, preguntó a un joven fan llamado John Frusciante si le seguiría gustando la banda si se hicieran populares masivamente. El joven John respondió entonces que "no, porque arruinaría todo lo que es genial de la banda. El público no se siente para nada diferente de ellos". Ese mismo año Slovak murió de sobredosis y Frusciante pasó de fan a guitarrista de los Red Hot. Desde entonces, esta tensión entre popularidad e identidad acompañaría la carrera de John, desbordándolo por momentos. Y sus registros como solista siempre han sido el contraste necesario a través del cual John logró poder estar al mismo tiempo tanto dentro como fuera de la industria musical, no sería equivocado decir que sus discos son su cable a tierra. Su carrera en solitario excede ampliamente en cantidad la que tuvo con la banda que lo hizo conocido. Más de 20 discos le han permitido entrar en las drogas, tocar el cielo sumergido en estupefacientes, hartarse de sus efectos, salir de ellas y sumergirse en el sonido, la única cosa que nunca cambió en su vida y gracias a la cual se permitió no cumplir con lo que parecía un lugar seguro como nuevo integrante del club de los 27. El guitarrista —nacido en 1970— tenía 27 años cuando acudió para desintoxicarse a la clínica Los Encinos, el mismo lugar del que había escapado Kurt Cobain -líder de Nirvana- antes de suicidarse. Frusciante no escapó, una infección bucal que arrastraba forzó un cambio absoluto de su dentadura original por dientes de porcelana. También tuvieron que poner injertos de piel en sus brazos, llenos de agujeros y cicatrices de pinchazos improvisados buscando venas para un viaje de heroína. El hilo conductor en la carrera de Frusciante parece haber sido el constante placer de huir del lugar común sin ningún disimulo. Cada vez que imaginamos que va a hacer algo resulta que hace algo distinto. Maya es eso, un disco de música electrónica compuesto por un guitarrista. Durante años se dedicó a boicotear los recitales de la banda para así sentir que aún tenía el control de las cosas. John siempre dijo lo que pensaba pero también pensó en cómo lo diría, y siempre fue a través de su guitarra. Cuanto más odiaba el éxito, más famoso era. Ese don de saber meter riffs impresionantes en medio de canciones ultra comerciales por momentos pareció más una condena que una virtud. Maya tiene que ser interpretado como eso, el gesto cansado de alguien que nos ha regalado días enteros de su mejor música y ahora sólo quiere hacer lo que más le gusta.
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