Alfredo "el Tente" Zuluaga
el "Tente" |
Nacido a comienzos del Siglo XX, por finales de los 30`s Zuluaga cruzó a
Buenos Aires para correr en un maratón internacional donde destacó liderando la
competición hasta que faltando pocos metros para llegar a la meta, vio que uno
de los rivales caía agotado sobre el pavimento, desfalleciente y sin energías.
De inmediato “el Tente” se detuvo, abandonó todo afán competitivo y en un gesto
de desmesurada deportividad ayudó a su contrincante a levantarse para juntos ir
hasta la meta.
Supo vestir la casaca azul del decano del fútbol rosarino, el Club
Rosario Atlético, y cuentan que sus desbordes por la banda derecha lo hacían
virtualmente imparable a punta tal que vinieron a buscarlo desde Montevideo
para vestir colores de Nacional. "El Tente" aceptó la interesante
oferta del que ya entonces era uno de los grandes del fútbol uruguayo pero fue
terminante con la única y casi caprichosa condición que puso a los dirigentes: "Yo juego descalzo". Todos
quedaron atónitos, intentaron explicarle al talentoso pichonero que eso no era
posible por una sencilla cuestión reglamentaria y ante su necia negativa la carrera
futbolística de Alfredo "el Tente" Zuluaga en Nacional de Montevideo
terminó antes de empezar. Así fue como emprendió el regreso a su Rosario natal
y de a poco fue dándole forma a un estilo de vida ciertamente salvaje en
el que la libertad era el principio rector de la vida.
Zuluaga vivió descalzo ganándose la simpatía de niños y adultos en
Rosario. El pueblo entero recuerda que como en aquella canción, Alfredo
"mordió la manzana y renunció al paraíso". Tan temperamental
como hábil, era común verlo en la Plaza de deportes y los baldíos dando
cátedra futbolística. Cazaba para comer y una divertida leyenda urbana cuenta que
en una ocasión cazó dos palomas con una misma piedra. Otros dicen que si les
dabas 50 piedras te devolvía 50 palomas. En una ocasión un empresario
textil embelesado con su historia se lo llevó a Montevideo para
vestirlo y calzarlo. No encontró par de zapatos que le quede bien y terminaron
haciéndole unos a medida totalmente confeccionados en cuero, como los que
podría usar un boxeador en el ring. Para volver a Rosario, Alfredo hizo dedo y
terminó en la parte trasera de un coche fúnebre acompañando un ataúd con
su correspondiente cadáver.
Hoy la memoria del Tente es material de trabajos escolares en Colonia. Los
muros de Rosario mantienen vivo un mito que está a la altura de las populares
corridas de toros que supo albergar la ciudad hasta casi terminado el S XIX, y ha
sido objeto de libros, un proyecto de documental todavía no rodado por falta de fondos. Hasta hubo
una iniciativa municipal para designar ALFREDO ZULUETA "EL TENTE" un tramo
vial que une Ruta 2 con el Bulevar Norte de Rosario, que no tuvo éxito pero fue
intensamente debatido.
Quienes lo trataron recuerdan que su alegría tenía algo de salvaje
que rompía con toda decencia, toda conveniencia, toda ley, todo mandato
cultural. La insurgente felicidad
de "el Tente" es hoy su principal legado. Porque así vivía él,
sin compromisos, por igual en el monte que en el pueblo, haciendo changas
siempre acompañado de un corte de audaces perros callejeros, libre
como un pájaro.
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