Los Tumanes

Guarida de Los Tumanes en Goes

Context

Corrían los tempranos 70`s cuando la familia Espondaburu encontró lugar en la PB del viejo edificio del ex-Gran Hotel Colón, también conocido como el Palacio 
Palacio Gandós
Gandós, en Rincón y Bartolomé Mitre. Cuando ese edificio era un hotel supo hospedar a decenas figuras emblemáticas entre los que se destacan Carlos Gardel o Enrico Caruso. Además, la Troupe Ateniense, popular elenco teatral estudiantil de los años 20, ensayó en este hermoso edificio de estilo francés, donde hoy está la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Uruguay, pero durante los 70 estuvo la sede de toda la delincuencia de la Ciudad Vieja montevideana

Alianzas

Durante los 80´s, los Espondaburu se asociaron con otro clan delincuencial, los Auscarriga, y cuando ya pisábamos los primeros años de los 90`s se fueron a la zona Goes, lindera al "barrio de los Judíos", de donde eran nativos. Este barrio resulta idiosincrático para la identidad montevideana y, por poner un ejemplo nomás, está por donde, 180 años antes, las fuerzas sitiadoras de Vigodet tuvieron que huir cuando fueron derrotadas por el Gral. José Rondeau, tras el segundo sitio a la ciudad
En esta zona neurálgica, otrora llena de pulperías y por estas fechas llena de factorías y ex-fábricas, estas dos familias hicieron un desastre durante más de una década, montando un negocio centrado en la cocaína, ya que por esos años Uruguay se transformó en el puerto preferido desde donde los cárteles colombianos enviaban esta droga a EEUU y Europa.

Los Tumanes

A partir de entonces es que comenzamos a hablar de "Los Tumanes", un grupo de vendedores de droga que además vaciaban los depósitos de la zona y cobraban extorsiones a los comerciantes a cambio de no robarlos.
Además, el consumo de cocaína traía otros males asociados, porque en esa época lo habitual era picarse vía intravenosa con la droga, por lo que las jeringas comenzaron a girar entre los adictos generando una especie de epidemia barrial de SIDA. De hecho se decía que Los Tumanes te robaban con jeringas infectadas de SIDA como arma.
Así fue como la esquina de Domingo de Aramburú y Alvear conoció la infausta fama de ser un epicentro delictivo. Además, a la banda de ladrones se sumó otra familia, los Montes de Oca. Es bueno puntualizar que a pesar de que se juntaban las tres familias para planear golpes, también operaban por separado, y muchas veces en otras zonas de la ciudad. Juntos, la banda de ladrones superaba con facilidad los 15 integrantes y comenzó a desarrollar una habilidad que resultaría característica de ellos, conocerse de memoria todos los boquetes, ventanas y puertas comunicantes entre las azoteas de los edificios barriales, estuvieran habitados o no.
De a poco fueron cayendo, uno por uno. Algunos intermitentemente presos, otros ajusticiados por el SIDA, otros baleados... En una nota del suplemento Qué Pasa, de El País, una vecina cuenta que: 
"Con los Auscarriaga y su banda la cosa era distinta. Robaban, no te digo que no. Pero no a nosotros. Le robaban a los judíos, que la tenían toda. A nosotros nos respetaban" 
En las crónicas rojas las referencias a la banda eran semanales, y cada vez que la Policía lograba detener a algún integrante del clan, aparecía otro por la vuelta con un delito distinto. En 2005, Rodolfo “el Tumán Grande” Auscarriaga, fue detenido por Antidrogas con más de 30 kilos de cocaína que planeaba enviar a España. Autos, joyas, drogas y armas, formaron parte de esa redada, que en 2009 metió a Auscarriaga y su esposa en la prisión, habiéndose detectado además unos 500.000 U$D producto del lavado de activos.

Donde hay Estado no hay narcos 

El desmantelamiento de esta cofradía de delincuentes facilitó el inicio de un ambicioso plan urbanístico para Goes, en el cual se trabajó sobre 16 manzanas de la zona y sobre el, venido a menos, Mercado Agrícola, además de que se levantaron varias cooperativas de vivienda. La manzana 861, lindera al Mercado Agrícola, guarida durante años para esta banda, fue demolido y sobre el lugar se erigió la plaza José "Pepe" D’Elía, en un perfecto ejemplo de reapropiación urbana y presencia del estado
MaM, recuperado
Las intervenciones revitalizaron la zona ya que también se trabajó sobre el Mercado Agrícola, en el cual se recompusieron molduras, cornisas, parteluces, cristales y ornamentos que pusieron al día los casi 8.900m² que ahora albergan un polo de actividades socioculturales, fundamental para la regeneración de la trama urbana y social del barrio.
Los hijos y sobrinos de los Espondaburu, otra de las patas del clan, mudaron sus andanzas a la Ciudad Vieja. Ocuparon un par de edificios, vendiendo droga sobre todo en las azoteas de los mismos, lo cual les facilitaba eventuales huidas por los techos del lugar. Una vez en el lugar se asociaron la familia Albín (oriundos de Casabó) y montaron una boca de venta de drogas en una casona que ocuparon, ubicada en la calle Buenos Aires 580, donde hasta hace poco había funcionado un juzgado.
"La casa Pacheco"
Ese lugar otrora había sido la casa social del sector político del expresidente Jorge Pacheco Areco (1967-1972) y ahora vendía pasta base a precio hiperminorista (las dosis pequeñas son más baratas y fomentan los delitos piraña, porque con poco dinero se consiguen dosis), llegándose a contabilizar más de 100 "clientes" por noche. El lugar era estratégico porque se conectaba por los fondos con una vivienda lindera, también abandonada y que a través de boquetes y pasadizos construidos por ellos les permitían escapar de la Policía sin pisar la calle. Los Espondaburu tenían la entrada por la calle Buenos Aires y atendían a los adictos a través de una rejilla que daba a la calle Brecha, en lo que supo ser la boca más grande de la Ciudad Vieja.
Un par de años más tarde fueron desalojados de la Casa Pacheco, dentro del marco de uno de los Operativos Mirador, en el cual hubieron más de 20 allanamientos en la zona. Una de las casas que también usabas con los túneles terminó dentro de un proyecto de cooperativas de viviendas sociales que revitalizó la zona habitando el espacio para evitar que este tipo de gente se enquiste en el barrio, porque donde está el Estado no están los narcos.

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