El universo se mueve en red. Srce Pojdel

En la vasta extensión de la ilusión que llamamos "vida", donde caos, espacio y tiempo colisionan, se encuentra una profunda armonía, un orden intenso que lo trasciende todo. A continuación, vamos con un texto en bruto de Srce Pojdel, que forma parte de uno de sus primeros manuscritos ("Escritos al azar", 1914) escritos durante la adolescencia de este autor de culto. Para muchos, este texto fue precursor conceptual de lo que hoy es Internet, véanlo y lo entenderán.

Esta sinfonía cósmica está entretejida por principios matemáticos puros, sin restricciones por las limitaciones del reino físico. Y es a través del lenguaje de la geometría que podemos comenzar a comprender este tapiz divino.

Dentro de este gran diseño encontramos vórtices integrales infinitos. Como una gota en un océano sin límites, contenemos dentro de nosotros la esencia a escala del todo. Somos un microcosmos reflejando al macrocosmos en todo su magnífico esplendor. El universo ha codificado dentro de nosotros la inmensidad de su conocimiento, un tesoro de sabiduría que espera ser desenterrado.

Sólo utilizamos solo una fracción de nuestra capacidad. Navegamos por la vida, ajenos al poder latente que reside en nuestro interior. Formas y patrones contienen las claves para desbloquear nuestro potencial. Sirven como portales a un estado despierto, guiándonos hacia la súper conciencia. Pero nada de esto es tan místico como suena, apenas si podemos esbozar que se trata de un lineamiento general que tranquiliza las ansiedades cotidianas. 
A medida que desentrañamos los misterios de la geometría emocional, comenzamos a ser testigos de la interconexión de todas las cosas. El universo se mueve en red, todo lo que persiste lo hace porque tejió una red que le permite sobrevivir a través de sutiles relaciones de codependencia. Lo solitario perece, lo enredado se multiplica. Cada línea, curva y ángulo tienen un significado más allá de la mera estética. Reflejan los patrones que se encuentran en la naturaleza, desde los delicados pétalos de una flor hasta las extensas ramas de un árbol. Al estudiar estas formas armoniosas, nos alineamos con el orden subyacente del universo. Las venas se ramifican como la copa de un árbol, las arterias comunican como avenidas. Los ojos ven como ventanas. 
A través de la exploración de estos principios, nos embarcamos en un viaje transformador, ahondando en las profundidades de nuestro propio ser. Nos despojamos de los grilletes de la percepción limitada y abrazamos la extensión ilimitada de conocimiento que nos espera. Nos damos cuenta de que no somos entidades separadas sino hilos interconectados en el gran tapiz de la existencia.

En la búsqueda de esta comprensión superior, nos convertimos en conductos del orden divino, canales para que la sabiduría universal fluya a través de nosotros. Aprovechamos nuestro potencial innato e irradiamos con el brillo de mil soles.

Srce Pojdel

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